Alexander se encontraba boquiabierto frente a la laptop que le había hablado. Pasaron varios segundos hasta que se digno a responder.—Yo-yo no soy mi padre —dijo con inseguridad—. Soy su hijo, Alexander Smith.
—¿Dónde está su padre? —preguntó, pero Alexander sólo tragó saliva y se quedó en silencio.
—Él... él ya no está —pronunció con dolor, apretó los labios y cerró los ojos con fuerza.
—Un momento —Y en un abrir y cerrar de ojos, la pantalla de la laptop comenzó a mostrar varias páginas de internet mostrando diferentes títulos ilegibles por la velocidad en la que pasaban. Finalmente frenó de golpe y cerró cada una—. Cuánto lo siento —se lamentó, con su voz robótica. Pero tan pronto como lo hizo, su ánimo cambió a uno más preocupado y reclamante—. Le dije que no debía ir. Era demasiado sospechoso. Pero no, él nunca me hacía caso.
Alexander no pudo evitar escuchar la voz del computador, se formó una sonrisa en su rostro. Una sonrisa que ella captó.
—Entiendo por lo que estás pasando —formuló, haciendo que Alex le dirigiera la mirada.
—¿Cómo-cómo te llamas? —preguntó incrédulo—¿Cómo es que conocías a mi padre? —Sus ansias por conocer la verdad habían florecido en él.
—Tu padre me llamaba Vix, supongo ese es mi nombre. La forma en la que conocí a tu padre es que me crearon para él. Tu madre, ella fue mi creadora. Me hizo para apoyar a tu padre en sus misiones militares.
—¿Mi madre? Imposible. Mi madre era una persona simple, normal, una ama de casa común.
—Su madre era la mente más brillante que he conocido, trabajó en varios proyectos secretos militares y del gobierno. Su nombre era Amanda. Amanda Holliday. Ella fue mi creadora y progenitora —confesó Vix, la cual pronto se dio cuenta que se había salido de tema—. En uno de esos proyectos conoció a tu padre y trabajaron juntos, hasta que hubo un romance en el trabajo —El joven pelinegro quedo anonadado por lo dicho por la inteligencia artificial que yacía habitando la laptop de su padre—. Tu padre, cierto. Había un protocolo de emergencia por si algo le sucedía.
—¿De qué hablas? —inquirió confundido Alex.
—Él, él grabó vídeos para ti, por si algo le sucedía —Pronto la inteligencia artificial le mostró una carpeta con casi una docena grabaciones.
Aún no lo comprendía del todo. Alexander desde ese día se dio cuenta que su padre ocultaba varios secretos y que de seguro la mayoría se los había llevado consigo.
—¿Algo más que deba saber? —preguntó incrédulo. Luego un plano azul con líneas blancas de diferentes tamaños se hizo presente en la pantalla. En el se pudo ver la casa, Alex pensó que no había nada raro allí, pero en la imagen Vix marcó con rojo lo que parecía un pasadizo que salía del sótano—¿Tenemos sótano? ¿Y ese túnel subterráneo? —suspiró—. Comienzo a sospechar que no era un simple militar.
Tomó la laptop y se dirigió hacia donde debería estar el sótano. Una pared falsa debajo de las escaleras superiores escondía unas escaleras que iban hacia abajo.
Alexander le propinó una patada sin espesar que algo pasara, pero lo que era la falsa pared, cayó estrepitosamente por las escaleras que escondía.Bajó la escalera mirando la acumulación de polvo que había. Se notaba que nadie había entrado ahí hace tiempo. Las paredes eran de madera, y había dos mesas pequeñas en medio de la estancia. Nada más, nada. Estaba absolutamente vacío. Comenzó a palpar las paredes tratando de encontrar la falsa pared que daba al túnel.
—¿Dónde se dirige el pasillo? —le preguntó a la inteligencia artificial.
—Tu padre no me decía todo —aclaró Vix.
—sí... eso era típico de él —Nuevamente continuó en su labor hasta que dio con el lugar.
Vix buscó en la red mapas y planos de la ciudad para calcular más o menos donde llegaría el túnel.
—Creo que se dirige a la zona industrial. A un antiguo almacén, quizá.
—Adelante —Removió la falsa pared dejando al descubierto una puerta metálica también llena de polvo por la falta de desuso. Abrió la puerta y vio un oscuro pasillo que le daba un poco de miedo —. Allá vamos —dijo un poco desconfiado de sus palabras. Hasta que, palpando la entrada, tocó un interruptor y prendió las luces del pasillo, las cuales prendían una por una.
—Joven Smith, espere —De un lado de la laptop salió un pequeño artefacto negro —Es para que nos comuniquemos. Por así decirlo, me llevará en su oído —Alex se lo puso y se dirigió hacia un rumbo incierto.
Caminó varios minutos mientras charlaba con Vix, quien le contaba cosas que no conocía de su padre y de su madre. Él también le contaba varias cosas de si mismo y de otros temas, pero el tema principal pasó a ser sobre el demonio blanco.
Llegaron hasta el final, lo único que había era una escotilla en el techo y una varas que hacían de escalera para llegar. El joven pelinegro subió por ellas y abrió la escotilla, se adentró a ésta y lo único que vio fue oscuridad, sin contar algunos rayos de luz solar que salían de unas pequeñas ventanas cerca del techo.
El almacén estaba lleno de polvo y suciedad; en un lado de éste, había una manta vieja y polvorienta cubriendo algo de gran tamaño. Y otra manta, gris y sucia, sobre un objeto de dos metros de alto pegado en una pared; y finalmente un escritorio con una vieja y sucia computadora.
—Necesitaré luces —comentó para sí mismo, olvidando a Vix.
—De inmediato —Del artefacto que tenía en la oreja se prendió una luz potente. Había una pequeña linterna incorporada en ella.
—Gra-gracias —dijo, sin saber qué palabras usar exactamente.
Se acercó al objeto pegado a la pared y, posando sus manos en la manta, pensó en los secretos de su padre y sobre aquel lugar. Sin más, suspiró y tiró de la manta, dejando al descubierto una vitrina que en su interior reposaba un traje táctico militar, propiedad de su padre. El traje era ajustado, de un material flexible y resistente de color negro con unos toques de gris oscuro, unas placas negras que protegían las rodillas y antebrazos; unas botas de combate igualmente negras y unos guantes del mismo color; por la espalda sobresalían las empuñaduras de dos bastones cruzados haciendo juego con el color del traje; y finalmente un cinturón con dos pistolas a sus lados, una pistola normal y otra de garfio.
—¿Qué-qué es esto? —pronunció Alexander boquiabierto, totalmente anonadado y sorprendido.
—Es el traje táctico de tu padre. Pensé que se lo habían confiscado después de renunciar de su trabajo —informó Vix, tratando de quitarle las dudas a Alex—. El traje fue hecho para que tu padre pudiera cumplir sus misiones, el mismo está compuesto de un material resistente a las altas y bajas temperaturas; es antibalas, pero no significa que no sentirás el impacto de ellas; de los costados del traje se encuentran dos "alas" desplegables para planear.
—Es... es asombroso —dijo Alexander con una sonrisa tonta mientras miraba maravillado el traje.
Cuando el sol se ocultó, Alexander seguía en el viejo almacén (después de haber encontrado el interruptor de la luz). Estaba en el asiento del conductor del Impala del 67, aquel vehículo era lo que se ocultaba bajo la gran manta empolvada. Se notaba que el impala había tenido varias modificaciones que lo hacían más veloz y resistente que uno normal. Aquella máquina de un color negro azabache yacía esperando a ser encendida una vez más.
En su mente pasaban miles de preguntas, pero la gran mayoría se encontraban sin respuesta aún. Una idea le vino a la cabeza, una idea que no pensaba concretarla, pero en su mente le parecía lo más fácil: Quería abandonar su casa, mudarse al almacén. "¿Qué perdería?" Pensó, "Me evitaría miles de problemas, como las cuentas de gas, agua y electricidad", "¿será lo mejor?". Eran las cosas que pasaban por su cabeza.
Finalmente lo decidió, se mudaría al almacén.
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Blue Night: El inicio de un héroe
ParanormalEn una ciudad plagada de delincuencia, donde el crimen abunda. Un joven llamado Alexander Smith, un chico de 18 años, el cual el destino lo haría convertirse en el héroe que la ciudad de Crystal necesita. Pero en su camino se verá obligado a enfrent...