Capítulo 7

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Jess apoyó la cabeza contra el respaldo de su sillón y cerró los ojos intentando poner sus ideas en orden. ¡¿Qué mierda había hecho?! ¿Cómo carajo había sucedido? Y aún más importante, ¿Por qué sus labios estaban ligeramente curvados hacia arriba?

Volvió a mirar el trozo de plástico entre sus manos y sintió el momento exacto en el que el terror le recorrió todo el cuerpo y experimentó ganas de vomitar, los nervios siempre la hacían querer vomitar y lo odiaba.

Metió esa cosa en el primer cajón de su escritorio e intentó la técnica de la respiración, pero eso no la ayudó. Estaba tan cerca de un ataque de pánico que solo pensarlo le causaba más pánico.

Cerró los ojos nuevamente y respiró profundo. Tal vez no era tan malo, es decir, podría manejarlo. ¿O no?

Se puso de pie y recorrió toda la oficina al menos cuatro veces. Sus primeros días allí había disfrutado parándose en el enorme ventanal para apreciar la ciudad, pero en ese momento lo único que quería era caminar.

Maldijo para sí, porque temía que, si decidía hacerlo en voz alta, no podría controlarse y terminaría gritando.

—¡Hey! —La puerta de su oficina se abrió de golpe y la cabeza de Rita, su secretaria, se asomó al interior—. No tenía idea de que ya estaba aquí. ¿Tenemos algo temprano que haya olvidado?

Jess sonrió por lo absurdo de la pregunta. Rita nunca olvidaba nada, nunca había una sola cosa fuera de su control, era tan eficiente que en ocasiones Jessica pensaba que sus puestos deberían estar invertidos.

—Nada importante, solo quería echar un último vistazo a nuestra presentación antes de la reunión de esta tarde.

Aunque sus edades no se encontraban muy distantes, Rita le dedicó una sonrisa maternal.

—¿Nerviosa?

—No te imaginas cuánto.

Y no mentía. Estaba nerviosa, aunque no se debía a la reunión. Hacía poco más de dos meses que había vuelto a la empresa después de años de estar fuera, además de que sus funciones ahora eran radicalmente distintas. Cuando Dave le había informado de las reuniones trimestrales había sentido un pánico tremendo, pero lo canalizó preguntándole a su jefe y cuñado cada cosa de la que dudaba. Además, tenía a Rita y a Sandra, que fueron de mucha ayuda. La reunión no era más que una forma de rendir cuentas al jefe y dado que lo había hecho mejor de lo que esperaba, que había recibido la mejor ayuda a la que una novata podía aspirar y que podía incomodar a Dave en plena reunión si comenzaba a sentirse en ridículo; estaba en paz.

La razón por la que había llegado más de una hora antes de lo acostumbrado, era porque necesitaba una excusa para poder salir temprano de la casa sin Brett y así poder resolver a solas algunos asuntos personales.

Pero obviamente no le contaría eso a su secretaria.

—Le traeré una taza de té. A Natalie siempre le calmaba el té antes de las reuniones —sonrió—, para que vea que hasta a los veteranos le entran los nervios cuando van a rendir frente al señor Henderson.

Jess quiso decir que Dave era la menor de sus preocupaciones, pero se contuvo y solo asintió. Agradecería ese té.

—¿Sabes si Brett ya está aquí? —cuestionó antes de que la chica terminara de abandonar la oficina.

Rita asintió.

—Lo vi encerrarse con Truddy hace al menos diez minutos. Me pregunto qué habrá hecho ahora.

—O qué no habrá hecho —bromeó Jess—. Avísame cuando salga, por favor.

Después de ella y de Paige, Brett había tenido una larga lista de asistentes. Martha, Kenia, Clarisse... sin embargo, Gertrudis o Truddy, como la llamaban todos en la empresa, era la que más había durado a su lado, tal vez porque ya debería tener largos años de experiencia con hombres difíciles de tratar o porque estaba medio sorda y vivía en otra galaxia, así que la mitad de las veces ni se enteraba de que Brett estaba molesto. La otra mitad lo ignoraba.

Y ahora ¿Qué sigue?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora