Capítulo 4

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Penny respiró profundo antes de decidirse por tocar la puerta. No sabía cómo era posible que algún vecino aun no llamara a la policía, porque una persona parada frente a una casa por largos minutos, haciendo absolutamente nada, debía despertar suspicacia.

Secó la palma de su mano izquierda contra el pantalón antes de al fin dejar el puño caer contra la puerta y apenas cinco segundos después pudo escuchar movimiento en el interior de la casa, seguido de la voz de Nora.

Sonrió, nerviosa. Tenía 3.5 segundos para salir de allí si pensaba cambiar de idea. Tal vez esconderse tras un arbusto, antes de que Nora... ¡Oh, maldición! La puerta se abrió antes de que Penny terminara de elaborar su plan de emergencia o siquiera terminara de decidir si saldría corriendo o se sentía con el valor necesario para hacer lo que había ido a hacer.

La madre de Jason apareció ante ella, llevaba una diminuta toalla naranja entre las manos y los primeros segundos pareció congelarse, Penny sabía que era la última persona a la que esperaría ver en su puerta. Sin embargo, cuando al parecer asimiló lo que estaba sucediendo, la mujer le dedicó una enorme sonrisa.

— ¡Penny, querida! Qué sorpresa verte por aquí.

—Sí, yo... Este... —No pudo terminar, porque la mujer se inclinó hacia ella y la abrazó, Penny sonrió, algo incómoda— ¿Está Jason?

—Lo siento, pasa —Le invitó, haciéndose a un lado—. Jason está en su habitación. ¿Quieres subir a hablarle o quieres que lo llame?

Penny sonrió y se preguntó qué tan desesperante debería estar siendo Jason para que su madre pareciera tan feliz de verla. Es decir, su relación con Nora no era mala, más bien se encontraban entre la zona de darse igual y llevarse medianamente bien. No recordaba haber sido recibida con tanta efusividad.

—Me gustaría subir, si no le molesta.

— ¡Claro que no me molesta, cielo! ¿Te quedas a cenar? —Cuestionó cuando Penny ya estaba a mitad de las escaleras—. A Joe le encantará volver a verte.

Ella no supo qué contestar e inconscientemente se encogió de hombros. Eso depende de si su hijo quiere hablarme, señora pensó, pero no necesitó decirlo, porque la mujer pareció entender su expresión.

La vio volver a la cocina y retomó su camino hacia el segundo piso. Suspiró, pensando por primera vez en la idea de que Jason no quisiera verla o hablar con ella. Había pasado poco más de un mes en el que ni siquiera contestó sus mensajes y para cuando logró ver en el error en el que estaba él ya había dejado de intentar.

Ella necesitó ayuda para llegar hasta allí. Fue necesario todo un mes de asistencia al grupo de apoyo al que el doctor Cole la había enviado, tres horas por semana de escuchar a otras mujeres, a otras parejas.

Necesitó que Janice, la psicóloga, le dijera en sus sesiones privadas que, si haber perdido un bebé era doloroso, sumarle la ruptura de la relación era devastador. Janice le hizo ver que aquello no era culpa de nadie y que, si ella y Jason estaban enamorados, separarse no los haría sentir mejor, algo que de hecho resultaba bastante obvio, pero que Penny no había visto hasta el último momento.

También le había hecho ver que necesitaba compartir lo que le estaba pasando, al menos con su familia. No la forzaba, pero decía que en algún momento debería sentirse preparada para hacerlo.

Eso también era algo que Penny ya sabía y fue la confirmación de que no debía separarse de Jason porque quería que fuera él quien le sostuviera la mano cuando le dijera a los demás que tal vez nunca podrían tener hijos, quería superarlo con él. No quería estar encerrada llorando por quedarse sola, que era básicamente lo que había estado haciendo en las últimas semanas.

Y ahora ¿Qué sigue?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora