Capítulo 2

3K 235 73
                                    


Cuando Penny abrió los ojos en medio de la madrugada, ni siquiera tenía clara la razón por la que lo hacía. Al menos no en los primeros diez segundos en los que se quedó quieta intentando entender qué estaba mal. Era una noche calurosa, pero incluso esa no era una razón para estar empapada de sudor, sobre todo cuando Jason, dormido junto a ella, parecía tan fresco como una lechuga.

Un pinchazo le atravesó el abdomen y la hizo detenerse en seco, no era un dolor insoportable, ni duró lo suficiente para asustarla; intentó levantarse para ir por un poco de agua para calmar los nervios que últimamente no la abandonaban y fue entonces cuando un dolor mucho más fuerte que el anterior volvió a atravesarla.

Penny maldijo entre dientes al tiempo que intentaba contener las ganas de gritar, con eso solo lograría despertar a Jason, aunque algo desde su interior le dijo que tendría que hacerlo de todos modos.

Su corazón comenzó a latir de prisa y Penny hizo otras respiraciones profundas mientras volvía a dejarse caer sobre la cama. El dolor la azotó de nuevo y esta vez no pudo contener el grito que escapó de sus labios, provocando que su novio despertara.

Sus ojos se encontraron en la oscuridad y a él le costó poco comprender que algo no estaba bien. Se levantó de un salto y la observó unos segundos, como si intentara organizar su cabeza.

— ¿Quieres que llame al doctor? —cuestionó unos segundos después.

Penny asintió, porque había un enorme nudo en su garganta y estaba demasiado asustada como para contestar con palabras. Esta vez necesitó contener las lágrimas mientras veía a Jason moverse por la habitación intentando localizar al doctor. No quería ser pesimista, pero ya había pasado antes por aquella situación y nunca acababa de una forma que mereciera la pena contar.

Cerró los ojos y respiró profundo, intentando ignorar tanto como podía la conversación que su novio mantenía con el hombre al otro lado de la línea y el espantoso dolor que amenazaba con partirle en dos.

Casi había logrado no escucharlo cuando sintió como Jason le quitaba las sábanas que la cubrían. Abrió los ojos y de inmediato deseó no haberlo hecho, porque la expresión en su rostro cuando su vista recorrió la zona que la tela había estado cubriendo le confirmó las sospechas en las que no había querido pensar. Cerró los ojos nuevamente, aunque por desgracia no fue tan rápida como para evitar que una lágrima se deslizara por sus mejillas.

—Tenemos que ir al hospital —señaló, apartando del todo las sábanas en las que Penny pudo ver la mancha oscura.

Deseó poder ocultar su rostro en algún lugar, pero incluso la idea de respirar le nublaba la vista por el dolor. Solo entonces, como si se tratara de una broma muy macabra, fue consciente de la humedad entre sus piernas. Jason intentó ayudarla a levantarse de la cama, pero lo único que obtuvo fue un montón de quejidos incomprensibles. Desistió casi de inmediato.

—Mejor llamaré una ambulancia.

Era evidente que el fuerte dolor le había arrebatado la capacidad de pronunciar una frase coherente y en ese momento Penny ni siquiera pudo conseguir la suficiente fortaleza mental para asentir. Otra oleada de dolor, incluso peor que cualquiera de las anteriores, la golpeó acabando con su fuerza de voluntad y haciendo que un grito agudo escapara de su garganta.

Jason intentó hacerse un espacio junto a ella, que podía ver como sus manos temblaban mientras intentaba darle instrucción de cómo llegar a la persona al otro lado de la línea. Usó su mano libre para acariciarle el pelo cada vez más sudado y luego, nervioso, tomó sus manos entre las de él, que estaban incluso más frías que las de ella.

Y ahora ¿Qué sigue?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora