Dave abrió los ojos cuando, al igual que todos los días, el sonido de la alarma resonó por toda la habitación, arrebatándolo de un sueño que parecía ser bueno aunque no pudiera recordar nada de lo que pasaba en él. Le daba igual, de todos modos.
Alargó la mano hacia el aparato para detener las notas de Wake me up before you go-go antes de que lo hicieran perder la cabeza y, como cada mañana de su vida, se preguntó por qué había dejado que Allyson se deshiciera de La primavera de Vivaldi, que al menos calmaba su humor, para poner esa cosa escandalosa que lo hacía despertar espantado e ir nervioso todo el día.
—¿Ya es hora de despertar? —susurró Allyson a su lado.
Ni siquiera había intentado abrir los ojos y, pese al hecho de que la alarma acababa de hacer el mayor estruendo del que era posible, ella solo parecía querer envolverse más en las sabanas.
—Al menos para mí. Tú puedes seguir dormida todo el tiempo que quieras.
Salió de la cama y la observó. Cuando los ojos de Allyson al fin se abrieron los suyos ya estaban fijos en ella y había una estúpida sonrisa en sus labios.
—La verdad es que la oferta es tentadora.
—Lo sé —repuso inclinándose para depositar un beso en sus labios—. Duerme por los dos.
—También puedes volver a la cama y fingir que no escuchaste la alarma. No le diré a nadie, lo juro.
—Me gustaría, pero tengo que trabajar —dijo mientras se alejaba de la cama para evitar la tentación.Tomó su ropa del closet antes de meterse al baño, como cada mañana. Posiblemente ese fuera uno de los hábitos más arraigados que poseía y le recordaba su niñez, cuando su madre los preparaba para ir a la escuela y los obligaba a verificar el perfecto estado de sus uniformes antes de poder meterse a la ducha, aunque siempre había sospechado que ella lo revisaba mucho antes. Después de casi treinta años haciendo lo mismo todas las mañanas, estaba tan acostumbrado que ni siquiera le prestaba atención, a lo que si le prestaba atención era a las burlasde Allyson llamándole raro o burlándose cada día.
Ese día, sin embargo, no lo hizo.
—¿Pasa algo? —cuestionó, mientras colocaba la ropa en una esquina de la cama.
—¿Por qué tendría que pasar algo? —replicó Allyson, ocultando su rostro tras las sábanas.
—Porque estás en silencio, no me estás llamando raro —se encogió de hombre—. Ya me acostumbré, lo extraño.
—Tal vez maduré.
Dave la observó unos segundos. No podía ver su rostro, pero sabía que estaba sonriendo.
—Ambos sabemos que eso no sucederá.
—Nunca digas nunca, cielo.
Se quedó mirándola unos segundos más. "¿Cielo?". Algo tenía que estar pasando para que Allyson lo llamara de otra forma que no fuera Dave.
—¿Te estás burlando de mí de alguna forma que no conozco?
—No. Y me gustaría que te quedaras para discutirlo, pero si no te metes al baño ahora, llegarás tarde al trabajo.
Dentro de su cabeza se activó un sonido de alarma porque Allyson nunca lo motivaba a ir a trabajar, ni siquiera a llegar temprano, era la mala influencia que siempre estaba diciéndole que podía quedarse en casa. Pero de todos modos tenía razón y Dave prefirió no preguntar porque tampoco quería llegar tarde.
Tal vez si fuera cierto que estaba madurando.
No llevaba ni cinco minutos dentro de la ducha cuando la escuchó llamarlo desde la puerta para decirle que bajaría para preparar café, así que al salir la habitación estaba vacía, aunque las sábanas seguían revueltas. Comenzó a vestirse intentando no pensar demasiado en cualquier cosa rara que Allyson anduviera haciendo por ahí.
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Y ahora ¿Qué sigue?
ChickLitEl tiempo ha pasado y nuestras peculiares parejas han seguido adelante con su vida. Sin embargo, aun hay cosas que queremos saber y preguntas que quedaron pendientes. Esta es una recopilación de capítulos extras de las novelas de Y ahora qué. Nuest...