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Despierto por culpa del calor que sinto.
David! Mierda.

Si Raúl o la salapastrosa de Kim entran, podrían malinterpretar esto, que ni yo entiendo. O tal vez si, para que me hago la santa.

Miro el reloj pequeño que hay en el buro, las ocho de la mañana.

Intento moverme y quitarme a cierta persona de encima pero falló y terminó más apretada a su cuerpo.

–David, David –susurro y me muevo pero no despierta.

–David! –susurro más fuerte.

–Shh, sigue durmiendo – gruñe y ahora quedó de frente con mi cara en su pecho y sus manos en mi espalda.

Algo extrañamente incómodo.

–David muévete o puede entrar alguien y pensar mal.

A quien engaño, hasta yo pienso que esto está mal. Pero no negaré que se siente un poco bien.

Me suelta y se da la vuelta. Aprovecho ese momento y me levanto de la cama lo más rápido que puedo.
Intentó abrir la puerta pero no abre, está cerrada con llave.

–No puede ser.

Estoy segura que lo hizo por estar borracho y si despertaba en sus cinco sentidos me culparia a mi por encerrarnos como las travesuras que hacía de niña.

Busco en el buró, bajo la cama y no encuentro nada.

Volteo a mí costado y encuentro las llaves sobre su pantalón.
Lo cual quiere decir que durmió en bóxer.

Mierda! Concéntrate en salir, luego piensas en eso.

En cuanto abro y dejó las llaves, salgo corriendo de ahí.

Llegó al baño a paso apresurado, debo tranquilizarme y hacer como si nada hubiera pasado.

Me enjuago la cara y lavo mis dientes, no quiero traer la boca oliendo a tufo o algo así.

Después de varios minutos, salgo y me encaminó a mí cuarto, ya estoy más relajada.

Me escabulló lentamente al cuarto y me acuesto junto a Raúl.

–¿Dónde estabas?

–En la cocina, ¿salimos a desayunar? Me parece que vi un café por aquí cerca.

No tenía ni la mínima intención de seguir aquí al menos durante este momento, necesitaba salir y despejarme, a parte de que, ¿qué le iba a ofrecer si yo no he arrimado nada a la despensa? Me vería muy colgada. Y ni hablar de compartir mesa con doña chichotas.

Después de cambiarme, bajamos a la sala donde nos topamos con una oxigenada.

–Has visto a David?
Dijo de forma desdeñosa y altanera.

Claro que sí perra, durmió conmigo, ¿cómo ves? Y en bóxer.

–No, tal vez salió a trotar o tal vez... Nah olvídalo.

Jale a Raúl para seguir caminando hasta llegar a la calle, capaz que se me salía todo lo que estaba pensando, aunque ganas no me faltarán de ponerla en su lugar.

–¿Por qué parece que la odias?

–No parece, la odio y eso que a penas y la conozco.

–Parecía que la ibas a matar con la mirada jaja.

–Tengo una duda, o sea, ¿Por qué casi siempre los empresarios tienen de pareja a una rubia oxigenada y operada? Prácticamente es el prototipo del empresario, rubia, alta, chichona y de piernas largas, y emocionalmente ni se diga, sangrona, creída, odiosa, etc.
Bufé.

La primera vez que te vi (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora