prólogo

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Diría que es extraño que me guste mi hermano, pero en primera no es mi hermano —si no mi hermanastro—  y en segunda ya no tendría nada de extraño por mi primera aclaración.

Desde niños fuimos muy unidos o algo similar, nos comportabamos como la hermana pequeña y él, como el hermano mayor. Sin tener vínculo de sangre.

Tenía diez años cuando le conocí y el dieciséis, mi mamá se había juntado con su papá — ahora mi padrastro —y yo me lo tome bien, siempre había querido un hermano, un compañero de travesuras. Recuerdo que antes de el, cada época navideña se lo pedía al niño dios, santa claus, o quien fuera a traermelo. No fue hasta la tercera vez que al siguiente día en navidad, llegaron ellos, no era lo que esperaba pero estaba satisfecha.
Aunque se supone que quería un bebé y no un chico mayor que yo.

Me encariñe demasiado con el, éramos como uña y mugre.
Aunque las cosas empezaron a cambiar cuando el cumplió la mayoría de edad (18años) y se puso más bueno que el pan. Ahí fue cuando me di cuenta que no solo lo veía como mi hermano.

Primero pensé que me daban celos nivel HPS-P ( Hermana pequeña sobre-protectora) pero no. A parte de que ya no me hacía ni la mitad de caso que me hacía antes por andar con cada chica a su paso.

Llegué a ahuyentar a sus novias durante dos años sin que el se diera cuenta, hasta que un día me descubrió intentando cortarle el pelo a una rubia oxigenada que yacía en su cama. Lo se, muy inmaduro para una adolescente de catorce años.

Ese día se enojo demasiado, mando a la mierda a la chica al igual que a mi. Nunca me había gritado como me grito ese día.
Ya había notado que le era indiferente desde hace años pero su trato me dejo más confundida y molesta.

Dios! Que dramática soy.

»Pero la verdad si se siente cuando una persona cambia su modo contigo y no sabes el motivo«

Tres días después me entere que se iba del país, a Estados Unidos precisamente, ya que su madre bastantes años atrás, antes de morir, le dejó como herencia una gran empresa de no se que mierda, que se mantuvo a cargo de su primo  mientras se cumple la cláusula principal. »Sólo la iba a recibir cuando cumpliera la mayoría de edad acatada en ese país (21años)«

Ni siquiera iba estar para mi fiesta de xv. Pero creo eso ya no importaba, había empezado a ser más distante cada vez más.

El día que se fue, sólo me dio un abrazo rápido y subió al avión sin voltear atrás.

Según mamá, sólo iba a venir una vez al año —navidad—puesto que tiene que recomponer y adaptarse a su nueva empresa.

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–No entiendo porque ningún ser del sexo masculino se me acerca– le digo a mi mejor amiga en un bufido.

Ya habían pasado dos meses desde que se fue David y era extraño no verle en casa o al menos ver tipas semi-desnudas paseando cuando no están mis padres.

–Tal vez será por la forma rara en dirigirte a ellos en vez de decirles simplemente chicos?

–Valeria! Eso no ayuda, sabes?

–Alondra! Eres tan... –se calló en cuanto hablo un chico atrás de mi.

–Hola chicas– dijo el chico de pelo castaño y ojos verdes.

–Hola Erik – contestamos en unísono.

El era de los chicos lindos del pueblo y que nos hablara era como, Zopotamadre!

Ese día inicio un lindo trio amistoso después de una larga charla, porque desde ahí, empezamos a salir juntos a varios lugares, estudiar –no mucho, ya que el es tres años mayor que nosotras pero nos ayudaba– bailar, comer,etc.

Un año después, Erik me explicó el porque nadie se me acercaba de los chicos, incluido el.
Resulta que David tuvo la fabulosa idea de alejar y amenazar cuanto chico se me acercase.
Ya decía yo que no era fea, no es que sea una hermosura pero si tengo lo mío –no en cuerpo, porque soy más plana que una burro de planchar – total que sus amenazas fueron olvidadas por los chicos al igual que yo para el.

Y el, un poco para mi...
                                          

La primera vez que te vi (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora