La fiesta.

Querido lector:

La historia que te voy a contar a continuación es totalmente verídica. Empiezo por el principio. La fiesta.

Era sábado, y como cualquier sábado fuimos a una fiesta. La verdad es que soy una persona fiestera, aunque también he pasado sábados en mi casa, sola, comiendo palomitas mientas veía Harry Potter. Era una de mis aficiones favoritas. Total, entramos a casa de Lucía. Todos bailando al ritmo de la música. La música que a mí no me gustaba. Sinceramente hubiese preferido que pusiesen a un perro ladrando antes que esa porquería, pero también es verdad que cuando me tomase las primeras tres copas lo olvidaría por completo. Así soy yo.

Me resultaba gracioso ver a María, o como yo la llamo, Marilyn, con una botella de vodka en la mano y corriendo por el jardín mientras los chicos la perseguían intentando calmarla. María es esa clase de personas que por la mañana se levantan y estudian, o lo hace todo bien, pero cuando hay una fiesta es la primera en pillarse un pedo monumental. Ella es una de mis mejor amigas, aunque no me gusta utilizar ese término.

Fui a la cocina y cogí otra botella de vodka para mezclarlo con fanta de limón entretanto podía ver a dos personas besándose como si no hubiese un mañana. Con mi copa en la mano fui a la puerta, dónde estaba Laura fumandose un cigarro. Quiero mucho a Laura, compartimos muchas cosas en común y hasta dicen que nos parecemos en la personalidad. La conocí en las fiestas de mi pueblo, cuando María la trajo, de eso hace ya 5 o 6 años. Desde ese momento somos inseparables.

-¿Sabes cuándo a una persona ya no le gustas? – Me preguntó. Yo me quedé sorprendida, ya que no tenía sentido preguntarme eso.

-Supongo que cuando ya no te mira como lo hacía antes. –Fue lo primero que se me pasó por la cabeza.

Dicho esto, le dio la última calada al cigarro y lo tiró.

Entramos al salón, donde estaba la fiesta. Yo todavía me quedé pensando en lo que me había dicho Laura.