Trato hecho

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Me empiezo a reir a carcajadas pero Dylan aún conserva su cara de seriedad. Dejo de reír al instante.

- Oh, no. No puedes estar enserio.- le digo.

- Ya está, todo decido.- me guiña el ojo y sale por la puerta a su habitación. Yo le sigo.

- No puedes venir conmigo, Dylan. Sólo pueden entrar los alumnos del instituto, no te dejarían entrar.- le busco los ojos pero él me está haciéndo el mínimo caso posible, està buscando algo.

- Sí que entraré.- dice tras unos segundos de silencio y sin mirarme a la cara.- Les puedo explicar a los profesores el por qué quiero entrar.-

- Pero Dylan ...- me llevo las manos a la cabeza y bajo el tono de voz.- Tú no puedes ...- me interrumpe.

- ¿Dónde están las toallas?- le señalo un cajón y continúo suplicando.

- Tiene que haber otro castigo. Por favor.- Dylan se quita la camiseta y a punto de meterse en su baño se gira.

- No. Te lo has ganado.- me sonríe y entra en el cuarto de baño.

- ¡Ugh!- grito y escucho como cierra el pestillo.

Me siento malhumorada en su cama con un dolor de cabeza tremendo y apoyo mi frente sobre mis dos manos. Me quedo pensando unos minutos y mis ojos dan con algo que no había visto antes; su libreta. Esa libreta en la que apunta todo sobre mí. Donde están sus planes, resultados y todo tipo de apuntes. Me levanto lentamente y me acerco a la libreta. El agua de la ducha sigue corriendo y así pues decido leer la libreta. Está medio escondida en una de sus tres maletas. La abro y me siento con las piernas cruzadas en el suelo. Las primeras hojas me describen con palabras como "inmadura"e "inteligente". Las siguientes páginas están escritas como un diario. Explican detalladamente cada actividad que hemos hecho desde el primer día. También explica cómo se siente él y cómo me siento yo. Escucho como para el agua de la ducha y con nerviosismo paso las hojas hasta llegar a las últimas que están llenas de otros apuntes en los que débilmente puedo leer palabras como "anorexia", "alucinaciones", "depresión". Me alarmo y cierro la libreta de golpe e intento colocarla como estaba. Me tiro en su cama en la posición de antes y escucho como Dylan abre la puerta y entra.

-¿Que haces aún aquí?-

Levanto la mirada del suelo y le veo con una toalla rodeada a la cintura. Qué icómodo. Mi cuerpo se tensa más aún.

- Yo... Uh, quería hablar de lo del castigo pero creo que mejor luego.- me rasco la nuca con nerviosismo.- Ahora me voy a dormir.

Dylan me mira raro y deja escapar una risa tonta.

- Te voy a dejar dormir poco, que luego tendremos que ir a correr.- grita una vez ya estoy fuera de su cuarto. Enseguida corro de nuevo a su habitación.

- No, hoy no voy a correr ni de coña.- le gruño.

- Dáme una buena razón.- se coloca justo delante mía. A pocos centímetros. Y me intimida.

- Joder, pues porque no. Estoy agotada, y encima he ido al instituto.- mantengo la calma.

- ¿Siempre estás de mal humor?- sabe cómo ponerme nerviosa.

- Sólo contigo.- cruzo los brazos y le miro directa a los ojos. Él da un paso más hacia mí, casi rozándome.

-¿Y qué tengo que hacer para caerte bien?- baja el tono de voz. Está serio. Y me mira con ojos grandes y brillantes.

- No ser mi supervisor.- bajo el tono de voz más aún. Él sonríe ligeramente y dice ya susurrando:

- Seamos realistas.- Bajo la mirada al suelo sin saber qué decir.- Contéstame y hoy no correremos. Díme qué tengo que hacer para poder llevarnos bien.

El supervisorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora