Lo desconocido

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— ¿Resacón en Las Vegas? — me pregunta Dylan con la película en la mano.

—No. — contesto mientras apoyo mi cabeza sobre la almohada.

— ¿Infiltrados en clase? — insiste con una nueva película. Niego con la cabeza. Él continúa buscando entre  mi estantería.

— ¿Scream 3? — vuelve a preguntar cada vez más entusiasmado. Suspiro hondo antes de contestar.

— No.

— ¿American Pie?

— ¡No! — me giro sobre el colchón para mirarle. — Dylan, no quiero ver ninguna película ahora. Quiero estar sola, ¿entiendes? 

Él asiente lentamente y deja la película de vuelta a su sitio. Se sienta en el borde de mi cama y nos quedamos unos minutos en silencio.

— ¿No crees que estás exagerando las cosas un poco, Elouise? — me dice con la mirada fija al suelo, como si dudara que esta fuera una buena pregunta.

— Jake me ha herido. — me incorporo sobre los codos. — No le voy a perdonar así de fácilmente.

— Haces bien. — comenta con simplicidad.

Vuelvo a dejar caer mi cabeza sobre la fría almohada y me quedo mirando el techo. Miro de reojo a Dylan, quien parece estar embobado aún observando de lejos todas las películas de la enorme estantería.

— Déjalo ya, Dylan. No estoy de humor para cine, ahora mismo. — murmuro e intento no soltar una sonrisa.

— Está bien. — dice entre risas. Gira el cuello despacio y me sonríe dulcemente y yo le devuelvo la sonrisa. Se me queda la mirada en sus enormes ojos castaños. — Por cierto, tienes que hacer la prueba de orina.

—  Joder, qué manera de cortar el rollo. — arqueo las cejas y nos empezamos a reír.

Se escucha el sonido de la puerta de entrada al piso abrirse.

—¡Ya estoy en casa! — grita mi madre una vez dentro. Escucho como se dirige hacia mi puerta. — ¿Hay alguien en casa? — pregunta esta vez más desconfiada.

— Sí, estamos aquí. — chilla Dylan.

Pronto veo la cabeza de mi madre asomándose por la puerta, con una gran sonrisa.

— Hola desaparecida. —  Digo bromeando.

—Hola chicos. Lo siento, hoy ha sido un día muy largo. — dice mientras se quita los zapatos, sujetándolos en su mano derecha. Me observa la cara y sonríe más abiertamente.

— Jake y yo hemos discutido. — pronto su sonrisa se desvanece y arquea las cejas; no se lo esperaba.

Se acerca hacia mí y me acaricia el pelo, haciendo una mueca y negando con la cabeza.

— ¿Quieres contarmelo?— me pregunta con una dulce y acogedora sonrisa. Yo asiento y miro de reojo a Dylan.

— Bueno, yo os dejo hablar. — se sacude las manos sobre sus muslos y se levanta dando una palmada. Mi madre y yo esperamos a que salga de la habitación.

— Vale, cuéntame cariño.

Un sonido en mi puerta vuelve a interrumpirnos antes de empezar a explicar. Se asoma sólo la cabeza de Dylan.

— La prueba de orina. — dice avergonzado y deja el bote sobre mi mesita de noche.

— Ugh. — dejo escapar a la vez que pongo los ojos en blanco. Mi madre suelta unas largas carcajadas y Dylan, por fin, se va de la habitación.

El supervisorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora