Frío

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Me meto lentamente en su coche, sin contacto visual, sin decir ni una sola palabra. Espero a que arranque el coche de camino a casa pero veo que no lo hace. Noto sus ojos clavados en mí.

— Vale ... — suspira. — Dime, ¿hoy que ha pasado? ¿Hay malos rollos? Porque si los hay, tranquila, que yo me encargo de la persona causante. De hecho, tengo un bate detrás en ... — empieza a decir muy rapidamente, tanto que parece que se vaya a quedar sin aire.

— ¡Dylan, calla! — digo entre risas. — No, no ha pasado nada. Estoy cansada, eso es todo. — miento.

Su cara seria se transforma en una de esas sonrisas que tanto me gustan de él. Una de verdad, una sonrisa dulce, con sus adorables oyuelos marcados.

Realmente, el día se ha convertido en una gran mierda desde que Jake pronunció esas palabras. No es por lo que dijo, sinó de la manera que lo dijo. Yo no quería intentar nada con él, ni mucho menos. Sólo experimentar, dejarme llevar y ver adónde llegaba ese sentimiento tan placentero. Pero vergonzosamente, mi amigo no dice sentir lo mismo. Más bien repugnancia. Porque "fue como besar a su hermana".

— Entonces, ¿a qué viene esa cara? Sé que no es cansancio. — dice esta vez más seriamente a la vez que arranca el coche.

Yo resoplo y me apoyo en la fría y húmeda ventana del coche. En realidad sí que necesito compartirlo con alguien, pero no con Dyl.

— Es sólo cansancio, lo prometo.

El coche para en un semáforo y Dylan me coge de la mano. Por un segundo me sorprendo, pero a medida que el calor de su mano se traspasa a mi fría mano, me relajo. Como si por un instante la mayoría de mis penas se desvanecieran.

— Pues guarda fuerzas para esta noche, muñeca. — bromea, con un tono de voz divertido.

Sin poder aguantarlo más, estallo en unas fuertes carcajadas, que sacuden alegremente todo mi cuerpo. Su sonrisa se amplía. Y nuestros ojos se encuentran, ambos sin dejar de reír.

El semáforo se cambia a verde, y con su mirada en la carretera, suelta mi mano.

— Vamos a pasar por mi apartamento primero, ¿te parece? — Tengo que coger mi saco de dormir y todo eso para esta noche.

La idea de tener que pasar una noche en el instituto me parece ridícula. Y más ridículo aún si tenemos que dormir en sacos de dormir.

Una vez dentro de su apartamento me tiro en su sofá y espero a que él recoja y haga todo lo que tiene que hacer. Durante ese tiempo contemplo su alucinante casa.

— ¿Debería llevarme algo más a parte del saco? — grita desde alguna de las habitaciones.

— Claro que no, memo. — contesto entre risas.

Mis ojos dan con su batería. Y vaya qué batería. Dylan una vez me prometió que improvisaríamos; él con la batería y yo con la guitarra. Sigilosamente me acerco a ella, sin dejar de contemplarla hasta que me siento en su sillín.

— Bueno, pues todo listo. — dice Dylan a la vez que sale de una de sus habitaciones.

— Tócame algo, Dyl. Quiero ver si de verdad eres tan bueno como dices.

Vacila durante unos segundos.

— No, otro día. — dice amablemente. Se acerca hasta mí y me coge del brazo. — Vámonos a casa que tenemos cosas que hacer.

Y efectivamente así se cumple. Lo que queda de la tarde la paso contestando a esas estúpidas preguntas de control y numerosas pruebas más.

***

Me desnudo y un escalofrío recorre mi cuerpo. Mis descalzos pies entran poco a poco en la fría plataforma de la ducha. El agua empieza a caer cada vez más caliente, y conforme entro mis músculos se van relajando más y más.

Mi mente se concentra en Jake. En el momento que pronunció esas estúpidas palabras. "No lo pienses más, Elouise." pienso para mí misma. "Es como tu hermano. No deberías estar dolida".

Ahora, inevitablemente recuerdo  ayer por la noche. De la forma de la que sus manos encajaban perfectamente en mi cintura, y sus humildes ojos me miraban con desespero. De esa sensación en ambos cuerpos, como si hubiésemos estado conectados; como si hubiésemos sido una misma persona. "Sólo fue un estúpido beso. No siempre tiene que significar algo." me repito una y otra vez.

Acabo de ducharme y me dirijo con una toalla al rededor de mi pecho a mi habitación para vestirme. Observo mi armario por unos segundos y finalmente saco unos jeans viejos y oscuros, un jersey ancho gris jaspeado y un gorro de lana rojo granate. Me visto con todo esto y salgo por la puerta para entrar en la habitación de Dylan. Toco dos veces.

— Dyl, ¿estás listo?

— No, pero puedes entrar.

Nadamás entra me siento en su cama deshecha. Él corre de un lado al otro de la habitación ordenándolo todo un poco. Me río.

— ¿Te has preparado ya el pijama?

— ¿Pijama? Yo paso de llevármelo. — digo sin ninguna emoción.

— ¿Esque vas a dormir desnuda? — me pregunta bromeando con una sonrisa pícara.

Intento reprimir mi sonrisa, pero fallo. Dylan se sienta mi lado y me mira a los ojos.

— Esta noche no vamos a discutir, ¿vale? No intentes hacer ninguna de tus tonterías, por favor. — me pide dulcemente, sin ningun ánimo de atacar.

Asiento con la cabeza y me echo para atrás en la cama, mi espalda con el colchón.

— Ah, y voy a estar contigo todo el rato aunque estés con tus amigos.

Doy un gran suspiro. Realmente no me apetece nada estar con ellos. Y menos con Jake. Sólo me apetece estar en casa, viendo películas y escuchando música. Nada más simple que eso.

— No creo que esta noche me vea con mis amigos. — contesto con un tono aburrido.

Su cuerpo se tumba junto al mío. Mi mirada clavada en el techo, y la suya en mi rostro.

— ¿Ha pasado algo? Sabes que puedes contármelo.

Noto su mano en la mía. Por un instante cierro los ojos. Su dedo pulgar empieza a dibujar pequeños círculos sobre mi mano. Respiro hondo un par de veces, a medida que el cansancio y sueño invade mi cuerpo.

— No, todo está genial. — miento.

Su mano suelta la mía y me incorporo de nuevo, y me recoloco el gorro.

— Sé que te pasa algo, El. Se te ve muy fría. Hoy no has hablado casi.

No respondo. Empiezo a ponerme de pie.

— Coge tu saco y vámonos ya, ¿te parece?

Y así pues, saco mis botas Doc. Martens y un par de calentadores y con el saco de dormir bajo el hombro salgo de la puerta con Dyl.

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2014 ⏰

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