ゃ | seis;

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Hoy la mañana estaba calurosa y húmeda, mientras esperaba sentada en una de las mesas que se encontraban afuera del local donde me encontraría con JiMin.

Hice una mueca viendo como perdía mi última vida en Candy crush saga, fruncí el ceño evitando realizar el acostumbrado berrinche que hacía cada que perdía en ese juego. Sin poder evitarlo, la parte ansiosa de mí, miró nuevamente la hora, eran: las siete y cuarenta y realmente no sabía que era lo que me tenía con los nervios de punta. Sigue siendo temprano, es muy temprano pero... Estaba bien, es un desayuno, se supone que es en la mañana, entonces, ¿por qué, él, lleva mucho tiempo de retraso?

He estado aquí desde la siete y veinte, ¿no era que nos reuniríamos diez minutos después de que yo llegara? Entonces, ¿por qué él...? Negué mientras fruncía los labios. Sí. Tengo que tranquilizarme, solo son diez minutos de atraso, hay tráfico, porque a esta hora la mayoría de la población iba a sus respectivos trabajos y otros a la escuela, sí... tal vez sea eso, pensé agarrando la pequeña mochila, que llevó, para sacar mis auriculares, él sería incapaz de dejar esperando a alguien sin una razón.

A decir verdad, esta seria la primera vez que salga con JiMin. Solos. No quería darle tantas vueltas al asunto, aunque la palabra "cita" se reproducía de manera constante en mi mente. Pero no lo era. Quería pensar que no lo era, no sabía porque estaba siendo tan negativa a la idea pero extrañamente muy en el fondo, deseaba que si fuera, y eso, demonios, eso me confundía.

Yo era desconfiada e ingenua.

Al principio no puedo ni ver a alguien y pensar que esa persona quiere algo de mí pero después cuando las llego a conocer, o pienso que lo hago, doy ciegamente mi confianza.

El defecto más desagradable de mí y en lo que soy plenamente consciente.

Resople al darme cuenta que había estado mirando fijamente mis audífonos enredados.

— Disculpe. —salte y apreté los labios evitando maldecir por el susto. Una chica, estaba junto a mí, una pequeña libreta en una de sus manos, no me miraba estaba sonrojada y jugaba con el borde de su mandil con nerviosismo.

Era la mesera que al parecer tenía rato llamándome.

Sonreí o por lo menos espero haberlo hecho— Eh, ¿sí?

— Nuevamente está aquí, pensé que ya no iba a venir de nuevo.

— ¿Uh? —La mire con confusión pero ella de verdad no me miraba— Sí... sí. —ella parecía más nerviosa que antes entonces está vez chasquee los dedos para que me viera y cuando lo hizo me asegure que las comisuras de mis labios se alzará, en algo tenue y amable— Yo no pude venir últimamente por algunos asuntos personales, lo siento si te preocupe. —Ella asintió parecía como si le haya quitado un peso de encima y yo ya no sabía que estaba ocurriendo.

¿Por qué le estaba dando explicaciones a una extraña? Bueno, ella de verdad parecía estar preocupada por mí pero, ¿por qué? Ni idea.

— ¡Bueno! —Aplaudió más animada y menos nerviosa, sonriendo de oreja a oreja, parecía más energética y me hacía sentir vieja a su lado a pesar de que yo apenas tenía veinticinco, ¿por qué estoy tan desanimada de repente? Quizás ella se dio cuenta porque dudosa puso una mano en mi hombro, en un signo de apoyo. Estoy tan confundida— ¿Va ordenar algo?

— Eh, ¿sí? —Creo que se dio cuenta de mi incomodidad porque se alejo y sonrió de nuevo agitando la libreta— Si voy a ordenar. —respondí— Solo que estoy esperando a alguien. —mordí mi labio inferior, recordando el retraso de cierta persona— Pero si en veinte minutos me ve todavía sola ¿me puede traer un café con leche con un pedazo de pastel de vainilla?

PJM ¦ SECOND OPTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora