capítulo 2

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No acabo de comprender ¿Cómo pudo decir todas esas cosas? -decía Ginny a su marido y su amiga.

Se cansó de mí, eso es todo. Y no lo culpo. Doy asco.

No digas eso, tú eres lo mejor que le pudo haber pasado a ese idiota.-le dijo su amigo.

Es cierto, él no te merece.-añadió Ginny.

Realmente pensé que me amaba. Me equivoqué. Perdí mi tiempo con él, deje de hacer cosas que me interesaban solo para enfocarme en hacerlo feliz, pensé que le dolería mucho perderme.  Más tonta no he podido ser.

Ya, olvídalo, no vale la pena, solo vamos a enfocarnos en buscar una solución.

-¡No existe solución Harry!-grito la castaña-te lo he dicho una y mil veces no hay poción ni hechizo ni medicina muggle, no hay nada que pueda quitar esto, es muy tarde. No hay remedio.-dijo mientras subía las escaleras de la casa black.

Ginny comenzó a llorar y su esposo la abrazó. El trataba de mantenerse fuerte pero no pudo aguantar y se derramó en llanto abrazado a su esposa.

Ron no estaba enterado de nada, Hermione prohibió a Harry y a Ginny contárselo a nadie y menos a Ron pues se encontraba en Rumania con Charlie y no quería preocuparlo. Solo Dumbledore lo sabía pues necesitaba su autorización para entrar a Hogwarts y había prometido no abrir la boca.

Una semana había pasado desde que Severus terminó a Hermione. Y debía admitir que no se sentía para nada bien. Pensó en que si terminaba su relación tendría tiempo para él para descansar y es que nadie lo podía culpar, cualquiera en su lugar hubiera reaccionado igual, ella lo sofocaba, en las noches dormía pegada a él, abrazándolo como si la vida se le fuera en eso. A la hora del desayuno su silla estaba pegada más de lo normal a la de él. Solo descansaba cuando daba clases y a eso no se le podía llamar descansar , porque tolerar la estupidez de esos niños no es un descanzo si no un martirio. Y todos los días a las dos de la tarde en punto ella estaba tocando la puerta de su despacho. Sin razón alguna. Solo un... "Vine a verte mi amor" y se quedaba en el castillo hasta la hora de volver a casa. Pero no, no recorría el castillo se quedaba en el despacho y si salía de allí era porque yo lo había hecho, se convirtió en mi sombra. Si no estaba acriciando mi cabello, me decía mil veces cuánto me amaba y se volvió cansante, ya ni siquiera podíamos tener una conversación inteligente, ella solo quería estar ahí, solo estar ahí y tratarme como si yo me fuera a evaporar. No sobreviví al yugo del señor tenebroso para que una mujer me volviera loco.
Albus lleva vieniendo con frecuencia a mi despacho, sé que busca cualquier excusa para que yo hablé de Hermione. Piensa que no la amo y está muy equivocado, amo a Hermione más que a mi vida pero esa Hermione no es mi Hermione. Es una  mujer distinta, posesiva, asfixiante, llena de temores y simplemente no pude tolerarlo más. No sé que la ha hecho cambiar pero tiene que entender que una relación así no es sana.
Y hasta que ella no medite en todo esto y entienda que la relación no puede seguir así, no voy a abandonar mi postura. Sé que le dije que no la amaba pero solo lo dije pensando que se enojaría y por fin se atrevería a decir porque estaba actuando así. Pero no lo hizo simplemente se marchó. Ahora pienso que fue algo precipitado decir eso, no quería herirla, la amo. Pero para ser sinceros siento que algo me oculta y ¿A qué se refería cuando le dijo a Albus que lo había prometido? Tendré que sacarle la información al viejo.

Un mes después...

Albus cerró la carta que tenía en sus manos y que acababa de leer.
-¿Qué sucede Albus? -pregunto Minerva.
-Hermione.
-¿Qué pasa con Granger?
-Esta en San Mungo.

Hasta aquí este capítulo. Bendiciones

Sin darte el último adiós. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora