Madre nodriza

Nodriza

No podía evitar sentirse emocionada y asustada.

A los ojos de otras personas pensarían que es una exageración ponerse así por algo como eso

Pero era diferente por que esto le dolia a ella. Aun asi esto se desvanecía verlo

Cuando recibió al pequeño Tristán entre sus brazos. No podía evitar quedar asombrada.

Era tan hermoso como una estrella. Sus ojos eran de un azul cielo y sus pequeños hilitos de cabello rubios como el sol.

Meliodas sentía una gran emoción al verlos. Por un momento en su mente fue como tener a su difunta esposa.

Quizás era una señal que ellos aun no podían ver.

Merlin al ver ese hermoso cuadro sintió que habia cumplido su objetivo. Los chicos se llevarían una gran sorpresa al saber la verdad.

-. Ya que te encargarás de la alimentación de Tristán. Deberás comer muy sano y cuando puedas. Toma suplementos alimenticios. - recomendó la doctora Merlín dejando la receta médica sobre la pequeña mesa de noche.

Meliodas por su parte no podía evitar preocuparse por que era consciente de que la chica sufría al dar de lactar. Y por otro lado temía que pudiera negarse a alimentar a su hijo.

-. no te preocupes por lo de tu hipersensibilidad. Te recetaré unas medicinas naturales para reducirlo y que puedas tolerarlo -. Aquello fue un enorme alivio para la chica.

Ahora sólo quedaba un unico problema. La distancia.

El departmento de Meliodas y la casa de Elle estaban de polo a polo. vivían muy lejos el uno del otro. Tardaban aproximadamente una hora y media en llegar en carro.

Meliodas pensó detenidamente en ello. Y Merlín sonrió con cierta saña diciendo

-¡Deberían considerar vivir juntos!-

Tanto el rubio como la castaña se miraron extrañados por la loca idea. Aunque en realidad era muy conveniente.

-. Solo piénsenlo -. dijo una última vez antes de salir del departamento.

Ambos sé miraron un poco incómodos.

Meliodas por otro lado no creía que esta idea fuese tan loca. Antes de que pudiera decir algo al respecto Elle miró el reloj,

¡ya era mas de mediodía!

Tenia que entregar un trabajo urgentemente. -. ¡ya es tarde! ¡ya debo irme! Nos vemos pequeño Tristán~ .- beso al niño en la frente y se lo entregó a su padre.

-.¡ya sabes donde vivo ¿no?! No olvides venir!-. le sonrió al hombre de ojos verdes quien se limitó a asentir.

-. ¡Gracias!-. Tan fugaz como siempre solía ser . Se fue cruzando la puerta.

Y Meliodas miró a su pequeño Tristán quien más pronto que tarde se había quedado dormido en el regazo de su padre

-..."Elizabeth...gracias por cuidarnos desde donde sea que estes".-

Sentía que era un milagro...

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Meliodas tenía que ir todos los días a casa de las artista quien siempre se encontraba pintando, escribiendo, jugando videojuegos  o haciendo algo con la energía de un troglodita, tanta que podía ser contagiosa.