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-¿Qué le pasa a Ruby? -preguntó Anne a Diana mientras le daba un mordisco a su pastelillo.

-No lo sé -respondió su amiga a la defensiva- ¿Por qué habría de saberlo?

Anne se encogió de hombros.

-No lo sé, tal vez porque eres más cercana a ella que yo.

Diana se acercó al riachuelo y se sentó en una roca.

-Está enojada contigo -suspiró-, fue porque bailaste con Gilbert Blythe.

-¿Qué? -puso sus manos en su cabeza- De verdad no quería hacerlo. ¡Que tonta he sido!

-No debí haberlo dicho -la chica tapó sus ojos con preocupación.

Para su mala suerte, Anne se había alejado buscando a la pequeña rubia.

-¡Ruby! -se sentó rápidamente a su lado y puso su mano derecha en el pecho- Oh, querida Ruby. Lo lamento tanto, tanto, tanto.

-Las amigas no hacen ese tipo de cosas -respondió con frialdad.

-De verdad que no quería. Te prometo que no volveré a hablar con Gilbert -ambas extendieron sus dedos meñiques.

Pero antes que los cruzarán...

-Señoritas, ¿cómo están? -miró directamente a los ojos de la pelirroja- Anne ¿podemos hablar un segundo?

-No es buen momento, señor Blythe.

-Oh, lo siento... sí, está bien -suspiró- ¿podemos vernos en la salida?

-¡Claro! -respondió sin pensarlo, y sin acordarse que su amiga estaba ahí presente.

-Está bien -esbozó una sonrisa-, adiós «Zanahoria», adiós señoritas.

-Adiós -susurró Ruby. Luego le mostró una mueca de desprecio a Anne-. ¿Qué sigue? ¿Que se casen?

-De verdad, lo siento mucho.

-Cállate, adefesio -Josie Pye se levantó de su lugar-. Anne es tan vulgar al quitar enamorados.

Todas lo hicieron después, dejando a la pobre chica en un rincón.

«No soy vulgar» Pensó para sí misma. Josie era sólo otra chica linda, muy linda, que no dejaba de criticar a los demás.

«¿Para qué ser hermosa si vas a ser como Josie Pye?»

Anne pensaba en que si a ella se le presentase un hada madrina que le concediese ser hermosa, no sería cruel. Bueno, un poco, pero como venganza a todos los que se burlaron de ella.

Esas imágenes del orfanato la trastornaban cada noche.

Sin darse cuenta, la campana había sonado y justo en la puerta de la escuela estaba Gilbert esperándola. Y un poco más atrás, entre unos arbustos estaban las chicas. Espiando, probablemente.

-Hola -sonrió ella.

-Hola -el chico evitó sonrojarse.

-¿Me querías decir algo?

-Sí, bueno... más bien quería darte algo.

-¿En serio?

Asintió pacíficamente, mientras las hojas se soltaban de las ramas a causa del viento otoñal.

-Es un collar, no es extravagante, ni lujoso, pero quiero que sea tuyo.

Anne lo contempló como si fuera la cosa más delicada y hermosa del mundo. El dije era en forma de corazón.

-Muchísimas gracias, Gilbert, de verdad -no pudo aguantar la emoción y lo abrazó.

-No hay por qué, «Zanahoria» -dijo gritando de emoción para sus adentros.

-Yo... me tengo que ir -señaló su camino.

-Oh sí, claro -respondió él como saliendo de un trance.

-De verdad, muchas gracias -la pelirroja se fue saltando por el sendero repleto de hojas naranjas y café.

Lo que no sabía era que el collar que en sus manos llevaba había pertenecido a la madre de Gilbert, la cual había muerto durante el parto.

「𝐔𝐠𝐥𝐲 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 × 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora