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-Anne ama a Gilbert -tarareó Diana mientras pasaban por el granero en dirección a Green Gables.

La pelirroja volcó los ojos.

-Gilbert ama a Anne -se escuchó desde la parte alta del granero.

Ambas levantaron la mirada cubriéndose un poco el rostro a causa de los fuertes rayos de sol veraniego. Era Jerry, escuchaba la conversación de las chicas a la vez que amontonaba el heno en una pila.

-¿Que te hace decir eso? -preguntó Anne a su amigo.

-Él me lo dijo.

-¡¿Cuando?! -preguntaron ambas chicas con emoción distinta.

-Un día trajo una gran cesta en sus manos, me regaló unos cuantos panecillos y me lo confesó -dijo con su acento francés-. Le gustas, Anne.

No lo podía creer. Se sentía tan confundida ¿qué tal si era falso? ¿Qué tal si una mala broma que Billy Andrews había manipulado? Las lágrimas empezaron a rodar y ella corrió lo más que pudo, dejando caer sus cosas. Dejando todo atrás.

«¿Que me ocurre?» empezó a preguntarse. Era un sentimiento tan raro.

¿Así se sentía el amor? Porque si eso era, los libros metían de la manera más cruel del universo.

La vida no era color rosa cuando estabas enamorado. Era llena de confusiones y algunas amarguras, las mariposas se convertían en grandes náuseas y ver a esa persona se convertía en una tortura más, no saber cómo actuar cuando estaba cerca. No saber hablar, no saber que decir. No saber nada. Todo se borraba de tu memoria cuando lo tenías cerca. En ese momento, Anne se dio cuenta que la casa no estaba tan cerca como ella creía, y que la isla Príncipe Edward no era tan pequeña como ella pensaba. Sus piernas dolían, y su corazón daba brincos de preocupación y dolor.

No era que quisiera pensar en él todo el tiempo, pero ahí estaba.

Gilbert.

Hablaba con Marilla y Matthew, ¿que pasaba? ¿Tendría ella tiempo de devolverse? Ya Matthew la había visto, la llamó con la mano y esta caminó con la cabeza gacha y el cabello desordenado.

«Trata de verte presentable, Anne Shirley Cuthbert». Se preguntaba que podía estar pasando.

-¿Sí, Matthew? -preguntó cuando llegó a dónde los tres estaban- Oh, hola Gilbert ¿cómo estás?

«Actúa relajada».

-Hola, Anne -saludó él con una sonrisa sincera-. Estoy bastante bien, ¿tú qué tal?

-De maravilla -respondió con una rapidez inusual. Marilla abrió sus ojos con sorpresa.

Él carraspeó y procedió a hablar.

-Pues, estaba hablando con los Cuthbert sobre algo importante para mí.

-¿Ah sí?

Asintió manteniendo su sonrisa.

-Pues solo vine a decirles mis sentimientos. Lo que te dije en el baile de Josephine fue totalmente sincero, Anne -suspiró-. Quizá en un futuro nosotros...

Ambos hermanos no lo podían creer.

-Pero... -Gilbert retomó lo que iba a decir.

-Dijiste «Pero» -suspiró la pelirroja-. Lo sabía, algo malo tenía que haber.

-¡Anne Shirley Cuthbert! -regañó Marilla- ¿Podrías dejar que el señor Blythe termine?

-Tal vez si pudiera cambiar mi feo cabello pelirrojo, es una gran abominación para el mundo tener a un adefesio tan horrible cómo lo soy yo.

-Anne... -Gilbert estaba un poco confundido.

-Si pudiera cambiarlo, si pudiera ser tan hermosa y elegante cómo lo es Diana -suspiró y bajó la cabeza-. Cambiaría todos mis libros porque así fuera.

-Pero Anne...

-¿Te es vergonzoso que te vean conmigo? Oh, por supuesto que lo es. Deberías estar hablando con otras chi...

-Pero Anne, para mi eres perfecta.

La pelirroja caminó lentamente hasta donde estaba Marilla, su rostro estaba aún más rojo que su cabello, Gilbert se sentía igual. Solo que él bajó la mirada.

「𝐔𝐠𝐥𝐲 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 × 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora