▪️Compañeros▪️

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La veinteañera bajó del taxi con maleta en mano y una pequeña mochila a la espalda. Lo primero que hizo fue pagar al taxista por su servicio y luego caminó a paso calmado hasta una pequeña plaza donde se alzaban varios edificios de numerosas plantas, uno de los pisos del tercer edificio era suyo, en concreto el 3°A.

Algo temblorosa abrió las puertas del portal con las llaves que le habían entregado el casero, estaba algo nerviosa por el hecho de comenzar a vivir sola y también por su nuevo trabajo. Puede que "Repartir pizzas" no sonara como lo mejor del mundo pero la palabra "sueldo" sonaba bastante bien.

Subió las escaleras al ver que el ascensor estaba ocupado por motivos de una mudanza, muebles y maletas subían, bajaban y bloqueaban diferentes partes de las escaleras y rellanos. Parecía un lugar agradable y familiar, había bastante actividad entre los vecinos, diferentes personas iban de un lado a otro, algunos se paraban a charlar, algunos bajaban con perros y otros volvían de recoger a sus hijos del colegio. Distraerse en todo eso la hizo chocar con un chico que iba en sentido contrario a ella, no fue nada del otro mundo, solo dio un paso hacia atrás ante el inesperado choque.

-Discúlpame -dijo un chico asiático de forma amable mientras ponía una mano en el hombro de la chica.

-¿E-eh? ¡Ha! Si, perdóname tú, estaba en mis cosas y no miraba por donde iba, lo siento -se disculpó ella con una pequeña sonrisa, aunque seguía algo sorprendída por la reacción del asiático, en su antigua casa la relación con sus vecinos era bastante mala, así daba gusto comenzar de nuevo.

Ambos compartieron una sonrisa con el contrario en forma de despedida y la chica siguió subiendo. Se paró en frente de la puerta con una gran sonrisa y, tras suspirar para calmarse un poco, abrió la puerta.

Todo iba bien, todo era tal y como en las fotos, el salón, cocina, baño, terraza y las dos habitaciones, no muy grandes, pero bastante acogedoras. Como estaría sola se dirigió a la habitación más grande y se dispuso a dejar sus cosas, sin embargo la cama ya estaba ocupada por una maleta llena de ropa de hombre.

-Pero... ¿Qué...? -la azabache miró molesta la escena mientras hacía una mueca de curiosidad.

Dejó las cosas en la otra habitación y llamó al casero por teléfono.

-Diga -se escuchó del otro lado tras esperar un rato al teléfono. Más que una pregunta parecía una orden.

-Hola -respondió ella enfadada- acabo de llegar y...

-¡Ahhh! Señorita Grown ¿Se instaló usted ya? -Interrogó el hombre tras interrumpirla.

-Pues verá, acabo de llegar y alguien ocupó la habitación más grande -de nuevo fue interrumpida.

-el hombre río con amargura- cariño, eso arreglalo con el chino

-¿Qué chino? Se supone que no iba a tener a nadie más viviendo aquí -se quejó la chica de ojos grises y no recibió respuesta, había colgado.

-Hijo de... -susurró molesta y se sentó en la cama para pensar que haría.

Sabía que buscar piso no era cosa de un día así que acabó por decidir que se quedaría un tiempo mientras buscaba otro lugar, después de todo no podía hacer que el otro chico se marchase, ni mucho menos.

Escuchó la puerta abrirse justo cuando terminó de llenar su ropero, así que se asomó con algo de intriga.

-¿El chino de la escalera? -dijo inconscientemente y se arrepintió al instante.

-Esto... Soy coreano -respondió él que al parecer tampoco sabía que viviría acompañado.

-Lo siento... Eh... -le ánimo ella a presentarse.

Entre ceja y ceja (Glenn Rhee Y Tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora