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Despierto llorando por los recuerdos de ayer

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Despierto llorando por los recuerdos de ayer. Ni una pizca de deseo en ese ser maldito, solo venganza. Me ha hecho llegar al cielo y él se ha quedado en el infierno, ha sido tan humillante que me haya tocado por primera vez alguien que solo pretendía castigarme en vez de amarme... Doy lástima.

Las luces se encienden, la llama pasa de vela en vela hasta que todo se ilumina y contemplo con bochorno como mi cuerpo está cubierto por mi propia semilla. Veo a Miquel entrar y sonreírme y la humillación es tan grande que lucho con mis ataduras. No logro nada hasta que alzo mis piernas para tapar con ellas mi vientre.

—Oh, no, no. Tengo que limpiarte, son órdenes de Dunkel. Y no te pongas rojo, he visto muchas más cosas así que esto no es nuevo para mí, tranquilo. —explica con calma, bajando mis piernas poco a poco hasta dejarme expuesto. —Cuando pases más tiempo aquí me verás a mí en peores situaciones. —dice riendo mientras pasa una esponja suave por todo mi cuerpo, llevándose el rastro impuro de mi disfrute.

—Esto es humillante... mierda... —él le resta importancia con un gesto de manos y después me seca. Su trabajo es rápido y al menos no me hace sentir tan incómodo como creí que me sentiría.

—Tengo una sorpresa, ya verás. Ahora te quito la cuerda, pero tengo que llevarte con un collar. Lo siento, son órdenes y es mejor no desobedecer, ya sabes. —asiento, comprendiendo que sea lo que sea él no es culpable.

Permanezco tranquilo mientras ata un collar y una correa a mi garganta y la enrosca en sus nudillos. Después quita el nudo de mis muñecas con cierto esfuerzo y suspirando varias veces.

—Dunkel ha dicho que te portaste muy bien, así que te va a dejar tener otra habitación mejor. Sígueme. —aprecio su cortesía, pero es hasta irónica ¿Cómo no le voy a seguir si me lleva encadenado?

Abre la puerta de mi habitación y apenas creo que vaya a salir a fuera. Cuando doy un paso más allá del umbral de la puerta se me para la respiración y debo sosegarme para seguir. Paredes de piedra me rodean de nuevo y contemplo un pequeño pasillo por el que fluye un amplio tráfico de personas atareadas. Todas ellas son vampiros. Me cubro de repente el cuerpo desnudo y Miquel se ríe.

—No pasa nada, mira. —dice señalando a un chupasangre que va notoriamente más lento. Junto a él hay un chico encadenado y desnudo igual que yo, con los ojos perdido y un solo brazo. Verle no me ha tranquilizado en absoluto.

Como sea, Miquel avanza y yo le sigo renqueando un poco por el entumecimiento de mis piernas. Ascendemos por unas escaleras de madera y me hallo con la sorpresa de que nos encontramos en un sitio más bien pequeño y modesto, al parecer la zona más importante es la subterránea, mientras que la superior, a la vista de todos, podría pasar por la casa de algún residente humano.

Miquel me guía hacia una habitación y nada más entrar se me están a punto de saltar las lágrimas. Hay una ventana, con barrotes, pero una ventana, al fin y al cabo. La habitación es parecida a la de abajo, solo que algo más amplia y de madera, lo que la hace más acogedora. Miquel ancla la cadena a la pared mientras yo sostengo los barrotes y aprieto la cabeza contra ellos para sentir el sol en mi piel.

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