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Los vampiros, al parecer, tenían un plan por si algo así sucedía

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Los vampiros, al parecer, tenían un plan por si algo así sucedía. Otra pequeña casa situada a lo alto de una montañita cercana. Una mala opción para atacar, pero defensivamente muy útil. Todos parecen apáticos tras lo que ha sucedido. Yo... yo llevo todo el viaje llorando mientras Dunkel me carca en su espalda como a un niño. Me siento tan horrible al saber que soy el que tiene menos derecho de todos para derramar lágrimas y, sin embargo, soy el único que lo hace; los demás están demasiado preocupados por sus propias vidas y por las de los que quedan como para lamentarse ahora por quienes se han ido. No hay siquiera tiempo para el luto en la guerra.

Desde lo sucedido nadie ha abierto la boca. Nunca supe a ciencia cierta cuantos vampiros vivían allí, ahora sé que de ellos solo quedan seis.

Cuando llegamos a la casa nueva, más pequeña y discreta, todos entran por la puerta en silencio y desaparecen en las habitaciones como niebla. Yo me quedo con Dunkel en el salón, su rostro taciturno me mira con felicidad.

—Pensé que no podría salvarte... —dice en un suspiro, después cierra los ojos, respira hondo y pasa sus manos por mi cabello. —Menos mal...

Me duele tanto saber que lo he dado todo por quien me dejaría morir entre brasas y he intentado escapar de quien caminaría sobre ellas por mí. Dunkel me ha salvado de mi propio padre, todo es tan irónico.

—Lo siento... —rompo a llorar, una vez en el suelo caigo de rodillas y me agarro a sus ropas con toda la fuerza que queda en mis manos. —Lo siento tanto...

—No es tu culpa, esclavo. Deja de llorar. —dice mientras sigue acariciando mi cabeza con ese tacto hermoso.

—Sí... sí lo es... yo... sabía que vendrían y no dije nada... vino mi padre y me dijo que solo me ayudaría a escapar... no pensé que él fuera a hacer eso, lo siento, lo siento mucho... —mano se queda estática en mi cabeza y veo su rostro congelarse con una expresión ecuánime.

El contacto entre nosotros se rompe y yo solo quiero una respuesta. Me va a castigar, pero sé que lo merezco. Solo quiero que suceda y todo quede en paz.

—Vete.

—¿Qué?

—Vete a tu habitación. No quiero verte ahora. —su tono serio y la mirada perdida que lanza a la pared de enfrente me hielan la sangre. Es como si odiara mi presencia, como si los papeles se hubieran intercambiado.

—P-pero...

—¡Vete! —mi corazón se encoge por su grito y me lloran los ojos. Se ha volteado hacia mi rostro violentamente, rompiendo la coraza insensible de su expresión.

Ahora en su cara veo no la furia, sino la decepción y sé que soy despreciable. Que los vampiros no tienen sentimientos ¿Por qué he pasado una vida entera creyendo eso? Le ha dolido más a él que lo traicione que a mi padre el sacrificarme por estar un paso más cerca de la victoria en una guerra innecesaria.

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