Un shot de vodka pasando por mi tráquea después de haberme bebido tres shots de brugal y dos de tequila. Estaba contenta, bailando y gastando mi energía en hacer cosas que me gustaban de verdad.
A lo lejos distinguía a un apuesto chico sonriéndome, me guiñó el ojo par de veces hasta que decidió acercarse a mí. Me tomó de la cintura y sonrió de cerca, tenía un olor muy peculiar, de esos que se quedan en tu subconsciente para siempre.
- Hola preciosa, ¿Qué haces aquí sola? –dijo bastante cerca de mí, a pocos centímetros de distancia.
- Disfrutando de la noche. –dije acercándome aún más.
- Me llamo James, por cierto.
Bailamos y bailamos hasta más no poder, sus ojos gritaban de manera desesperada lujuria y eso a mí me encantaba. Nos bebimos otro shot y de repente la distancia entre nosotros se esfumó. Nos besamos, de manera desesperada; sin aviso, sin arrepentimiento. Nos incomodaba el exceso de gente, el ruido, el calor. Me acercó más de la cintura, como si sintiese que de alguna forma u otra podría escapar en cualquier segundo, pero no, no iba a hacerlo.
- Deberíamos irnos de aquí. –dijo besándome.
Nos fuimos en mi auto hacia mi casa, el manejaba como loco, deseoso por tocar mi cuerpo. Llegamos en pocos minutos, salimos desesperados del carro, tocándonos y quitándonos los botones que impedían que de manera rápida la ropa se deslizara por nuestro cuerpo. Lo miraba y el me miraba, le enseñé el camino a mi cuarto y con intensidad pero delicadeza me depositó sobre la cama. Me quitó la camisa con fuerza y besaba con pasión el cuello, me molestaba el calor de su ropa, lo quería desnudo enfrente de mí; lo quería dentro de mí.
Le quité la camisa casi en microsegundos y recorrí su abdomen entero con mis manos y mirada, con un poco de rapidez me deslizó por las piernas mi pantalón ajustado y lo tiró al suelo; me depositó un beso en cada una, para como acto seguido y casi automático bajar mi ropa interior y que de dicha forma se me erizara la piel. Pasó sus ojos por encima de mis senos y vio que aún tenía el brasier, y simplemente lo quitó.
Me desesperé y me deshice de toda su ropa hasta dejarlo sin nada. Y ahí estábamos. Teniendo intimidad el uno con el otro, ni siquiera me tomé la molestia de decir que no quería, porque si quería, aunque moralmente no estuviese bien; pero lo deseaba.
Nos besábamos a tal punto en donde sentía que mis labios y los de él se iban a desvanecer, y me encantaba, me daba tanto placer. Me tocabas los senos y los besaba mientras introducía su miembro dentro de mí, la piel se me erizaba y gemía tan fuerte como quería. Su tacto era tan peculiar, tan varonil, tan placentero; me hacía olvidar del dolor, del mundo y hasta de mí.
El encuentro sexual no tardó demasiado, se resolvió de manera práctica y rápida, pero aun dándole a cada uno su placer imprescindible. Lo besé por última vez mientras lo observaba ponerse la ropa interior, para después proceder con sus pantalones y su camisa.
- ¿Me llamarás? –dijo mientras me besaba.
- No. Me gustó lo de hace rato, pero no busco una relación ahora mismo, tampoco otro encuentro sexual. Esto fue algo de una sola vez, y espero que lo hayas disfrutado.
- Así fue.
Dicho esto salió de mi casa, dejándome con el recuerdo de lo vivido hace unos cuantos minutos atrás. ¿Será verdad que no quería algo con alguien más?, si, lo era. No tengo ánimos y tampoco voluntad de compartir mi vida con alguien.
Me acosté en mi cama y me arropé con mucha pesadez para acto seguido dormir placenteramente. Usualmente siempre soñaba, pero mis sueños últimamente se habían tornado en crueles pesadillas. Siempre el mismo sueño, donde mi bebé me gritaba que lo ayudara y al final desaparecía, ¿Qué querría decir ese sueño?
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MI RENACER
Teen FictionSola, cansada, herida. Tras la muerte de la única persona que Daniella amaba sobre todas las cosas, tuvo que aprender a ser fuerte. Cometió errores en el camino, y fue con la llegada de Edwin, que pudo canalizar su dolor e ira de una manera benéfica...