Capítulo 28.

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Lloro en silencio. Cuando llegamos al hospital me llevaron a emergencias. La puerta se abre y la doctora que hablé el día que me enteré que estaba embarazada entra. Ella me mira con pesar mientras me empieza a chequear. Siento un inmenso dolor de pensar que mi bebé ya no está más.

— Doctora.... Mi...bebé....

— Está bien Lali. Pero casi lo pierdes, Lali ¿que ocurre contigo? Tuviste una amenaza de aborto, y en tus estudios nuestra que sigues consumiendo. Lali no se que te pasa siento que no quieres a tu hijo y estás haciendo todo por perderlo.

— Yo.... Si lo quiero..... Se lo juro que lo quiero. — digo entre lágrimas. — pero no me puedo controlar.... No puedo.

— Cómo te dije, tengo una amiga ella tiene un centro de rehabilitación si queres tener a tu hijo en brazos o que nazca bien debes dejar de drogarte. Piensa en tu hijo, si vos queres te llevo con mi amiga y así puede ayudarte a superar tu adicción. Solo que es decisión tuya.

Me llevo una mano a mi vientre. Me siento tan culpable, no debí, no bebí, No debí volver al lugar donde sé que seguiría consumiendo y lo peor de todo por todo lo que he vivido.

— Doctora quiero ir a ese centro. Necesito dejar esto por mi bebé, por favor ayúdeme..... Ya no quiero ser una adicta.... Por favor ayúdeme.

— Es un gran paso. Voy hablar con mi amiga. Afuera está un señor y una chica. ¿Quieres verlos? 

— Sí......

Ella sale y entran Arturo con f
Flor.

— Me alegra verte bien. — Flor me abraza.

— Gracias Flor.

— ¿Por qué no dijiste que estabas embarazada? — dice molesto Arturo.

— Porque no tenías derecho a saber, es mi vida. Arturo yo no voy a volver. Mi bebé merece tener una madre que no esté metida en esto y no quiero que crezca cerca de alguien como vos.

— Sos una malagradecida, te volví aceptar y así es como me pagas. Además gracias a mí, ese mocoso sigue dentro de ti.

— No me importa lo que digas. Agradece que no te denuncie por prostituir niñas y vender drogas. — me limpio las lágrimas. — porque te aseguro que con todo lo que se no estarías libre. — él sale furioso y miro a Flor. — Flor vos te mereces algo mejor, no esto. Ninguna de nosotras merecemos estar en ese lugar.

— Lo sé Lali, pero yo no puedo. Necesito el dinero y solo así puedo conseguirlo.  Espero que te vaya bien.

— Gracias. Cuídate.

Nos abrazamos y se va. La puerta se abre y la doctora entra.

— Ya hablé con mi amiga. Lali estas haciendo bien en querer dejar esto además también te va ayudar a superarse.

— Gracias...

— Te traje ropa ya que la que traías puesta, bueno ya sabes. Te mandaré a una enfermera para que te ayude.

Como lo prometió una enfermera me ayudó a cambiarme. Intento no moverme mucho, debo guardar reposo y se que en dónde iré voy a tener eso, además podré estar alejada de todo lo que me hace mal.

— Hola Lali, ¿estás lista? Cómo no debes caminar te traje esta silla de ruedas. mí amiga ya lo sabe, y nos está esperando. Ella sabe que cuando llegues, tienes que guardar reposo.

— Sí. Gracias Amanda, gracias por ayudarme.

Me ayuda a subir a la silla y salimos del hospital. Cuando logro entrar al auto, ella conduce.

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