Capítulo 25.

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Lali.

Ayer no pude hablar con Peter, así que lo dejé para hoy, pero cuando desperté, él ya se había ido Esas notas no dejan de mandarla y ya me cansa.

Me tomo de las pastilla para poder quitarme todo el estrés. Me siento en el mueble y sonrió al sentir como me hace efecto. Si todo fuera así de fácil, que no sienta ninguna preocupación.

Escucho el timbre sonar y voy abrir.

— ¿Lali estás bien?

— ¡Euge, amiga! Si... Muyyyyyy bien.

— ¿Estás drogada?

— ¿Yo? Noooooo. — rio.

Me toma del brazo, me sienta yo no dejo de reír.

— ¿Desde cuando te estas drogando? Lali pensé que ya lo habías superado.

— Ay Euge es que estar así es genial.

— Lali cuando estés bien, no pensarás igual. Te voy a ir a preparar algo de leche.

— Mmmm si es la de Peter mejor. Él sabe muy bien.

— Por Dios, Lali. — ella se sonroja.

No para de reír. Euge me entrega un vaso con leche, me obliga a tomarla. Después de un tiempo la reacción de la droga comienza bajar.

— Euge....

— No Lali. Sólo quiero saber ¿por qué?

— Euge yo no puedo... Estoy pasando por cosas y esto es lo único que me ayuda.

— Eso no ayuda Lali. Te estas haciendo daño.

— Mas daño me hicieron. — susurro.

— ¿Qué? Lali sea lo que sea que estés pasando, confía en mi.

No puedo contarle a Euge, aunque quisiera no puedo. Aparto la mirada, las lágrimas comienzan a salir.

— Lali amiga. Confía en mí.

— Euge es mejor que te vayas.

— Lali.

— No me siento bien por favor vete.

— Está bien Lali. Solo espero que no vuelvas a meterte mas de esa maldita cosas.

— Euge por favor no le digas a nadie... Ni a Peter.

— Él tiene derecho a saberlo, pero no te preocupes no se lo diré, la que tiene que hacerlo eres tú.

Ella se va y quedo sola. Decido ir a dar un paseo para poder pensar. Necesito darme valor para contarle todo a Peter. Aunque eso signifique perderlo.

Peter.

No puedo evitar pensar en la forma que Lali actuó. Es como que algo quería decirme pero no se anima aunque yo no le permití hablar, pero siento que hay algo que la está atormentando.

— Hola doctor....

— Marcos, que bueno verte.

— Sí.... Yo....

— Dime ¿que pasó?

— Volví a recaer.... Intenté no hacerlo, pero no puedo más.

— Marcos estas cosas pasan. Debes luchar contra el impulso de hacerte daño.

— No... Puedo.

— Marcos vos podes. Hacerte daño no te va ayudar a que tus problemas se solucione.

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