Un día de suerte en febrero

IV: Caer sobre la dura realidad

Esa noche, el cielo estaba desnudo, no había ninguna nube que estuviese a el alcance de nuestros ojos. Solo repleto por muchas, muchas estrellas. Era como si nos acogiera a nosotros, como si supiera que realmente lo necesitábamos. 

Podía verlos sentados a mi lado, a ellos. Platicaban sobre los temores que tenían guardado desde hace mucho tiempo, secretos, verdades, demás; era como si realmente necesitarán liberarse. Yo solo los escuchaba atentamente... Y de repente, por un momento, creí haber visto a alguien importante, pero no solo yo, pude percatarme que ellos también lo habían divisado, por sus rostros. 

-¿Podremos ser capaces de regresar?... ¿Regresar a aquellos días?- Susurre, mirando el suelo, un sentimiento de tristeza inundaba todo mi cuerpo.

-Los traeremos de vuelta- Él miraba aquel cielo estrellado, había llegado a escucharme, y con un pequeño hilo de voz me respondió- Pero...- ¿Porque siempre debía existir un "pero"?- No todo podrá regresar...- ¿Por qué no? ¿Por qué la vida debía ser tan complicada para nosotros?- Y ellos tendrán que pagar por ello- Cerró con fuerza su mano derecha, mientras que a su vez la elevaba al alcance de nuestros ojos. Pude notar como un nuevo sentimiento se apoderaba en el, aquella determinación que tanto lo caracterizaba.  

-Cierto.- Lentamente eleve mi rostro al cielo ¿Hacía cuanto tiempo que no contemplaba el cielo? Este último tiempo no podía siquiera imaginar en "Vivir tranquilamente".  Solté un largo suspiro que estaba soportando desde hace tiempo. Sabia lo que vendría después de esta noche, tragedias y más tragedias, mismo hoy podría ser el último día en poder estar los tres unidos. 

De repente, sentí el roce de su mano, como si intentara transmitirme algún tipo de seguridad. Sabia lo que pensaba, no necesitábamos un largo diálogo para entender lo que el otro pensaba, después de todo el era mi hogar, mi razón de existir. Entrelace tímidamente mi mano con la suya, sabia que el no era demasiado expresivo, pero estas acciones me hacían sentir amparada en este mundo tan cruel. 

Paulatinamente cerré mis ojos, sentí arder mi rostro al percibir como apretaba más el agarre, podría haber jurado que se molestaría por mi acción tan repentina, pero fue todo lo contrario. Realmente no quería que se acabará esto, aún no. Aspiré la brisa nocturna, tan fresca... Rogué a los Dioses para que me permitieran estar un segundo mas ahí, que ese momento durará mas.

Al abrir nuevamente mis ojos me encontré en otro lugar, uno bastante conocido para mi... Mi dormitorio. Cubrí mi rostro con mis manos, estaba irritada de haberme despertado, como también, por los gritos de mi tía, los cuales no cesaban más. Estaba segura que me habría quedado dormida, pero ¿qué más daba? Si mis cálculos no fallaban hoy era sábado y sábado implica no trabajar que es igual a dormir hasta tarde ósea ¿Que le pasaba por la cabeza?

-Yui, por los benditos cielos ¡¿Quieres por favor levantarte de una vez?!- Estaba demasiado bien cambiada para mi gusto, no recordaba ningún evento importante para el día de hoy y aún estaba demasiado dormida como para rememorar.

-Mm...- me senté en la cama, aún un tanto adormilada. Sentía que algo importante había soñado, por ello no quería despertar aunque ya me había olvidado la mayor parte ¿De qué trataba exactamente ese sueño? Solo recordaba una noche oscura y unos cabellos oscuros alborotados.

-¡Yui hoy me habías prometido que estarías despierta a primera hora para ayudarme con los últimos preparativos!- 

-¿Preparativos para qué?- Me iba a matar, lo se pero estaba muy desorientada.

-¿Para qué?- Acá arrancaba- ¡¿Para qué?! ¡¿Es en serio Yui?! ¡¿Es qué nunca me escuchas?!- Dios, razones como estas me hacían reflexionar porque la había abandonado su esposo- ¡Hoy tengo que ir al puerto! ¿Lo olvidaste?