VI: Violetas

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A diario Eren me visita. Puede parecer una locura, pero es verdad. Al principio creí que eran alucinaciones mías, por enterarme tan bruscamente de su muerte. Pero no, el realmente me visita, generalmente en la noche, cuando me recuesto. Se queda toda la noche a mi lado para recién al amanecer irse. A veces simplemente se queda mirando por la ventana y siquiera me dirige la mirada, otras me habla de cosas triviales, tales como mi día, como estuvo el pueblo, de los ruidosas de mis hermanas, entre otros temas de poco interés. También suele pasar que se enfada por alguna tontera y se va, aunque su cólera dura poco tiempo ya que al otro día vuelve y hace como si nada hubiera sucedido.

Algo que me he dado cuenta es como me presta atención y como me conoce. El sabe, a los pocos segundos, si estoy bien o mal. Me di cuenta por el otro día, cuando me llego una carta de Armin, en donde me pedía disculpas por el mal rato de aquella noche, para nuevamente sacar el tema de la muerte del susodicho. Ese escrito abrió nuevamente la herida que con tanto esfuerzo intente cerrar, siendo inevitable no entristecerme. Y al reencontrarnos esa noche, lo primero que me pregunto fue lo que me pasaba, y a pesar de esquivarlo lo mejor que pude, llego un momento que no tuve de otra que decirle lo que me sucedía. El me escucho atentamente, sin interrumpirme, para luego decirme que estaba haciendo demasiado drama ¡Como si fuera insignificante su muerte! Esa noche discutimos y dejo de visitarme.

Desde entonces mi humor no ha mejorado, se que vivo irritada pero no hay nada que pueda hacer, aunque intento tratar lo mejor posible a todos porque ellos no tienen la culpa de ello.

Por otro lado, le respondí a Armin la carta, fue corta pero concisa, aunque su respuesta es lo que me dejo perpleja. Me hablo sobre la niñez de Eren, de como era en esos tiempos, de nuestra amistad, y de su lugar de origen. Pude enterarme que el vivió en Shingashina hasta la pre adolescencia en donde sucedieron los hechos culminantes. Desde entonces no he podido sacarme en la cabeza el viajar hacia allá, necesitaba hacerlo ¿Para que? No se, seguramente encontraría alguna que otra respuesta sobre el.

Sabia mejor que nadie que el no podía regresar a la vida, pero lo que si podía hacer era reconstruir los hechos que se quedaron en algún lugar recóndito de mi cabeza, quería recordarlo y lo lograría, costara lo que costara.

El tema era como hacerlo. No eran épocas de festivales como para mentir que me iba de viaje por trabajo, recién estábamos en invierno, faltaba un harto tiempo hasta febrero. Pense y pensé pero ninguna excusa creíble encontraba para decir ya que a pesar de ser una adulta de veinte y tres años debía pedir permiso a mi tía para ausentarme de casa.

El pretexto perfecto lo encontré a los pocos días. En una de las tantas caminatas con el General. El me comento de que debía ir a Shingashina por unos motivos personales, no se como reuní todo mi valor para pedirle acompañarlo, aunque el rápidamente acepto. Solo seria un día entero que me ausentaría pero como mi tía adoraba al General, siquiera se molesto.

La noche antes del viaje él volvió. Estuvo sentado en el filo de mi cama mirando a la nada por un harto rato, yo por mi parte lo ignore, seguía enfadada con su persona-ilusión. Hasta que en un momento se digno a hablar:

-Perdón...- Yo seguí en silencio, acostada en mi cama- Te trate como un imbécil, lo acepto. Por eso, discúlpame- Pude notar sus mejillas levemente sonrojadas.

Suspire, no podía enojarme con el ¡Era imposible! - Ya paso, no fue nada, ambos estuvimos en falta. Pero ya no importa - Sonreí e Intente hacer lo que jamas me anime, tocarlo. El, al sentir mi toque, siquiera se inmuto o trato de esquivarme. El era cálido, tan cálido que fue inevitable no apoyar mi rostro en su hombro- Eren...- A los pocos minutos, el me abrazo con mucha fuerza, como intentando no dejarme ir a ningún lado- Me haces daño..

Un día de suerte en febreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora