Un día de suerte en febrero

XII: Ensoñación

Lo primero que note al despertar fue el terrible dolor de cabeza que estaba padeciendo.

Intente abrir mis ojos, pero mis párpados pesaban demasiado; esa simple acción me mareaba. Luego de varios minutos intentándolo, apenas los entreabro y percibo un techo claro, claramente no era el cielo azul que me acompañaba minutos atrás. Siento una leve brisa que entra por algún orificio de aquella habitación. Tiemblo, imaginando lo peor.

Me esfuerzo en respirar pausadamente para calmarme y contener la bilis que sube por mi garganta. Pasan unos largos minutos en los que me concentro en inhalar y exhalar hasta que el horrible mareo se detiene. Intento moverme, pero mis esfuerzos son en vano, cada parte de mi ser duele como el mismísimo infierno.

¿Donde estoy? ¿Que sucedió?

Son las primeras preguntas que se me cruzan por la mente. Rememoré todo lo sucedido: la ciudad subterránea, mis captores, Floch dándoles el paso libre para capturarme, el motor de aquel auto, el frió helado del piso de una ciudad desconocida, las risas y preguntas incómodas hacia mi persona, manos sobre mi cuerpo, pisadas, gritos, desesperación, el bramido de una bestia...Él

¿Me habría vuelto a abandonar? No; primeramente ¿El era quien yo creía que era? o ¿Era solo otra alucinación mía?

El roce de una mano sobre mi mejilla me estremece. Las caricias son tan delicadas, como si en cualquier momento me rompería. Cierro mis ojos con lentitud, apoyando mi rostro sobre la palma. Las caricias cesan. Al elevar mis ojos me encuentro con una una mirada penetrante. Siento que ya he vivido esto, que ya he estado en una situación similar.

Desvió la mirada e intento acomodarme, pero solo obtengo que aquellas manos que me estaban acariciando minutos atrás, me sostuvieran los hombros- No te muevas tanto, abrirás las heridas de nuevo- Elevo la mirada lentamente, sintiendo, a la vez, como cada milímetro de mi es una tortura, intensificado con el terrible dolor de cabeza, que parece que no acabaría más.

-¿Donde estoy?

-En una clínica...

-Quiero ir a casa- Nuevamente intento moverme pero es en vano, solo obtengo un fuerte dolor.

-Intenta dormir un poco más- Me recuesto nuevamente y siento como me acomoda mi cabello- Estas demasiado débil

-¿No te iras?- Busco su mirada pero no la encuentro, este solo mira por la ventana. Toco mi cuello y lo encuentro vació, miro a ambos lados pero nada

-¿Que buscas?

-Mi bufanda no esta...

-Se habrá caído, ahora eso no es import-

-No...La necesito...Debo-

-No seas terca, solo es un trozo de tela..

Me callo, no quiero discutir pero me es inevitable que no se me humedezcan los ojos. Me odio por haber perdido lo único que me unía a mi pasado. Tampoco siento sus manos, pero poco importa ya que mis ojos vuelven a cerrarse por el cansancio.

...

Al abrir mis ojos me encontré al lado suyo, frente nuestro solo habían escombros, muertos, sangre. Rememore en mi interior como minutos antes el había provocado todo esto.

Eren...tu...¿Entiendes lo que has hecho?- Las palabras salían de mi boca, no podía controlarlas- Tu mataste civiles, incluso mataste niños...- Lo observe detenidamente, con una profunda tristeza, el no era la persona que yo conocía- Eso ya es...Irremediable.

La mirada que me brindo, me dejo...Perpleja: una mirada recargada de tristeza, culpa, remordimiento pero acompañada de determinación. Sabia que no se arrepentía de sus actos- Mikasa, esto aún no ha terminado.