Maldita manía

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Nunca llegamos a ser nada, o quizás fuimos algo que yo no supe ver. 

Capaz no fuimos más que la suma de nuestras partes. 

Partes rotas, noches interminables. 

Capaz ni siquiera eramos una suma, sino solamente partes inconclusas de pedazos rotos de nosotros mismos flotando en el astro, tratando de llegar a algún lado, tratando de encajar en alguna parte. 

Quizás te quise, quería encontrarte y te encontré. 

Quería quedarme ahí, me estaba desarmando ante vos, pero vos solo veías un acertijo imposible de descifrar.

No te tomaste ni la molestia de intentarlo, solo me querías ahí como un premio de exhibición.

Me llevabas, me traías, me pedías que me quedara pero ni vos sabias para qué. 

Me quedé todo el tiempo que pude, todo el tiempo que mi cuerpo lleno de desconfianza y dolor pudo soportar. 

Hubo días en que me veía de lejos, sentada a tu lado y me preguntaba a mí misma qué carajos hacia ahí. 

Todavía no puedo contestarme eso.

Yo qué sé qué hacía ahí, pero estaba, y me quedaba, y te quería, y te ponía siempre adelante.

Tu piel se sentía como terciopelo tantas veces, y como espinas tantas otras.

No sabía qué quería, me alejaba, te alejaba. 

Volvías y yo sin dudarlo ni un segundo volvía a caer.

Por que me gustaba como se sentía el desamor con vos. 

Por que me gustaba sentirte cerca, aún sabiendo que vos estabas a kilómetros de distancia de mí.

Por que el dolor y la tristeza que me provocabas eran tan adictivos.

Maldita manía de no importarme. 

Sempiterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora