Nota 112

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El viaje de regreso fue igual de lindo que el viaje de ida, nos volvió a tocar ir juntas pues decidieron que nos sentáramos con quiénes habíamos ido en el primer viaje. Al subir al autobús y comenzar el camino de vuelta, depositaste un beso en mi mejilla, sin razón alguna (al menos para mí), mi corazón se aceleró demasiado y comencé a ponerme nerviosa, me dispuse a ver por la ventana mientras el color rojo crecía por mi rostro, posaste tu mano sobre la mía y comenzaste a dar suaves carias en ella, gracias a eso logré calmarme un poco, mis ojos se fueron venciendo poco a poco hasta que los cerré y no supe más del viaje hasta que llegamos a nuestro destino donde descubrí que tu cabeza descansaba plácidamente sobre mi pecho.

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