Sukoshi kurutta [ΩHiguelΩ/¤Kuban¤]

Un viejo amigo

Hola!!! 

ESTE CAPÍTULO TENDRÁ LEMON SUPER FUERTE.

Ahora que tengo su atención estoy aquí para aclarar unas cosas:

*La letra de la canción de arriba estará siempre en negritas y cursiva

*Si el personaje está hablando en japones el dialogo estará en cursiva pero SIN negritas

*Marco es "¤ " y Leo es "Ω ", en pensamientos los símbolitos aparecerán al principio y al final de cada oración y en diálogos solo se encontrarán al término de los mismos.

Bueno después de este enooooorme preámbulo disfruten el capítulo. (Aunque no haya lemon. Todavía 7u7) 

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El japones llevaba, aproximadamente, todo el día entre aviones. Su primer vuelo había sido de Japón a Tijuana y de ahí este que estaba tomando con destino a México. Por supuesto sumando el tiempo que estuvo en migración.

¿Qué demonios hacía ahí? Ni él lo sabía.

Era un viernes por la tarde, se encontraba comiendo con su abuelo en completo silencio, algo extraño teniendo en cuenta que el hombre se la pasaba todo el tiempo parloteando sobre dragones, tigres, estrellas y demás cuentos que el muchacho ya se sabía de memoria. Pero en esta ocasión no era así, él miraba su plato de arroz como si la mítica espada se encontrara dentro de él.

El chico se estaba empezando a preocupar.

-Mañana nos vamos a México-

El japones casi se atraganta con la comida.

El viejo cumplió su promesa.

Al parecer su abuelo se había quedado de ver con un antiguo amigo, pero cuando el chico le preguntó el nombre del señor, el hombre de mayor edad solo le contestó "destino" consiguiendo que su nieto rodara los ojos. Su abuelo siempre utilizaba metáforas y oraciones que en la mayor parte del tiempo tenían otra idea escondida entre líneas, así que, en palabras del japones, estaban en México porque se le dio la chingada gana a su familia.

El joven jugaba con las hojas de papel que tenía a la mano, haciendo origami para no aburrirse porque aunque había dormido anteriormente en lugares no tan cómodos, esta vez era una incomodidad diferente, era la incomodidad de no saber dónde iban a llegar, cómo se iban a comunicar o con qué dinero pagarían todos los gastos, esto último punto le intrigaba mucho al chico. ¿De dónde sacó su abuelo el dinero para este viaje?

Otro gran misterio del universo.

Suspiró, reposando sus manos con la figurilla de origami sobre sus piernas.

-¿Con qué el destino eh?...-

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-¡Leo!-

Ambos chicos gritaron, mirando alegrados, nerviosos y muy sonrojados al nombrado.

Que traía pintada una máscara de odio al mundo demasiado visible en el rostro.

No contestó al llamado de los otros dos, viendo todo a su alrededor, para finalmente centrar su mirada en Hiro, y posteriormente, en Miguel, a quien le sonrió.

-Miguel...Ω- dijo al fin.

El nombrado se acercó y abrazó fuertemente al otro, rápidamente le devolvió el abrazo.

-Sabía que despertarías-

Su amigo dio a conocer sus perlas blancas y un casi imperceptible rubor se hizo presente en su rostro, pero fue remplazado por una mirada burlona hacia Hiro con un mote de color dorado en sus ojos que el San fransoqueño jura haber visto.