El surrealismo en tus ojos

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No te dilates con lo que ibas a hacer

Miguel despertó un poco sobresaltado, con la respiración agitada y algo duro entre las piernas.

Había tomado una siesta en el sillón de su casa, aprovechando el hecho de que su familia tuvo que salir un rato a hacerse de suministros para la semana, y por suerte, habían tenido la consideración de dejarlo descansar.

Miguel estaba agotado, se ocupaba todo el día queriendo olvidar los ojos estrellados de Hiro, cargándose de trabajo en la zapatería o practicando por horas la guitarra. A veces lo lograba, otras veces no.

No podía sacarse de la mente el último encuentro que había tenido con el genio antes de irse.

Porque incluso en sus sueños lo perseguían las palabras que con tanto anhelo esperó que el mitad japonés pronunciara, y que sin embargo no alcanzó a escuchar.

Me prometiste que no ibas a volver

Quería regresar, o soñar al menos que Hiro iba a por él; como el cuento de hadas que las películas infantiles te venden en los que de alguna forma siempre hay un final feliz.

¿Pero de qué serviría regresar?

Ambos iban a cumplir sus sueños sin sacrificar nada...

¿Qué no era eso un final feliz?

Y con tus gritos de histeria infantil

-Agh- se quejó entre dientes al mirar nuevamente la parte inferior de su cuerpo, menos mal que estaba sólo, porque muy a su pesar, los ojos de Hiro no eran lo único que él músico recordaba del cuerpo del genio.

Aún no podía eliminar el número del chico de su celular, y aunque no contestaba ninguno de sus mensajes o llamadas, seguía teniendo una que otra foto del chico sonriendo infraganti, uno que otro audio, uno que otro mensaje, uno que otro rasguño en la espalda... marcas que esperaba jamás desaparecieran de su cuerpo.

Lo que nos hice parece no tener fin

Hiro no estaba mucho mejor.

Regresaba al momento en el que con la desesperación en la garganta y lágrimas en los ojos gritaba el "Te amo" que no pudo susurrarle cuando tuvo la oportunidad esa noche en el hotel.

Tal vez si se lo hubiera dicho... Ahora podría estar con Miguel.

Una mentira y para que digo que no

El mexicano le había dicho directamente que lo quería, le había hecho cumplidos y prometido estrellas; mientras que él solo había dicho mentiras, mentiras que ahora se le regresaban con todo el peso de la palabra.

Y ahora incluso sus acciones se le venían en su contra por las noches, cuando uno esperaba escapar de sus pensamientos durante un sueño profundo. Entre sueños recordaba las caricias del muchacho y aliento caliente se desvaneciéndose sobre su cuello, bajando por su cuerpo estremeciéndolo por completo.

Nos sumergimos en un vaso de control

Miguel cerró la puerta del cuarto detrás de sí, aunque su familia no estuviera no iba a hacerlo a mitad de la sala.

Sukoshi kurutta [ΩHiguelΩ/¤Kuban¤]Where stories live. Discover now