me abandonas

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Sana tuvo que soportar ver a Tzuyu durmiendo en su sillón aquella mañana, se despertó temprano, pues debía trabajar. Se había esforzado demasiado en conseguir un empleo como para perderlo por absurdas razones personales, así que se maquilló cubriendo sus rojizos ojos y bebió unas dos tazas de café. Camino a la agencia, se puso a pensar en lo suyo con Tzuyu.

Definitivamente para ellas no había futuro. Sana se sentía una estúpida por siquiera pensar que entre ella y la taiwanesa podría haber algo, ya le quedó claro que en el amor jamás ganaría, estaba condenada a sufrir desamor tras desamor.

Saludó a todos cortésmente como siempre y subió al ascensor hasta la oficina de su jefa.

—Sana. —dijo la mujer en cuanto la vio cruzar sus puertas—¿Cómo estuvo tu fin de semana?

—Bien—mintió, a la vez que se acercaba a su pequeño puesto.

—¿Terminaste los informes de la última venta? —Sana se pretrificó en su lugar, vio que la mujer ponía sus ojos en ellas.

—Eh... Yo-

De la nada tocaron la puerta y por ella se asomó la cabeza del secretario de ese piso.

—Señorita Minatozaki, hay alguien esperándola en la sala de conferencias, dice que es urgente hablar con usted.—anunció el joven, mirando a Sana con ojos expectantes.

—Ve, de todas formas no necesitaré esos papeles hasta mañana.—le dijo su jefa, se dio vuelta en su silla y le dio la espalda a sus dos empleados.

Sana se colocó de pie tras dar un suspiro, se había salvado de suerte, tuvo que haber olvidado los informes en su escritorio. Caminó hacia la sala de conferencias, siendo guiada por el joven secretrario y se detuvo cuando vio a una mujer de cabello negro, y lacio esperándola.

—¿Algún problema, señorita? Parece que vio un fantasma.—le preguntó

—No, solo alguien que no había visto hace mucho, gracias Seungmin.—Sana le sonrió gentilmente y decidió entrar a la sala.

La mujer se dio vuelta y miró a Sana de piez a cabeza.

—Hola Sana.

—Madre, ¿qué te trae a Tokio? Pensé que odiabas esta ciudad.—habló la castaña, incómoda a más no poder. Habían pasado exactamente dos años, seis meses y diez días, desde la última vez que vio a su progenitora, lo sabía porque los tenía contados en su libreta y constantemente le agradecía a Dios por todos esos días que no tuvo a esa mujer cerca.

—Quería ver como iba tu vida.—respondió sonriente

Sana soltó una risa.

—No, la verdad necesito que le pidas dinero a tu padre por mi, ya no quiere darme, pero a ti no te negará.—dijo su madre, observando a su hija sin expresión alguna. Sana se puso rígida.

—Lo siento, yo no puedo ayudarte.

—Claro que puedes, soy tu madre, debes hacerlo.

—¿Por qué? Nunca has hecho nada bueno por mí.—espetó la castaña, con una creciente ira mostrándose.—¿En serio crees que puedes volver a mi vida luego de casi tres años y demandar dinero? Debe estar fallando algo en tu cerebro.

—Niña insolente.—su madre se puso de pie, pero no logro intimidar a Sana ni un poco

—Ya no soy una niña.

La mujer negó con su cabeza y comenzó a tomar sus cosas, dispuesta a irse, pero la castaña le bloqueó la salida.

—¡Eres mi madre! —gritó causando que la mujer frente a ella saltara.—¡Se supone que deberías amarme y preocuparte de mí! pero no eres nada más que una maldita egoísta. 

Su madre la observó en un estado de shock.

—Me cansé. Ya tuve suficiente de ti y de toda la mierda que debo llamar familia...—caminó hacia la puerta y, mientras la abría, se dio vuelta—No te preocupes, si la suerte está de mi lado esta será la última vez que veré tu estúpido rostro.

Cerró la puerta fuertemente y caminó fuera del edificio, sintiendo su orgullo saltar. Ni siquiera le importó cuando Seungmin llamó su nombre, ni cuando ya estaba caminando a su departamente. Entró a su hogar, esperando poder hablar con Tzuyu, pero se encontró con la sorpresa de que la menor ya se había ido.



n/a: tatararaaa la historia tendrá parte dos con 8 capítulos <3 

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