La fría brisa de invierno estaba plagada de rumores sobre un proximo evento. Como de costumbre, Anne Shirley-Cuthbert no estaba enterada de las noticias. Ella había estado en el lago ahora congelado, perdida en su mundo de fantasía una vez más. Con el espiritú de la temporada, ella había decidido ser como Lady Elizabeth- la amable pero poderosa reina de las nieves, quién gobernaba mágnanimamente sobre su reino de nieve con la esperanza de protegerlo de las malvadas sombras invernales que acechaban en el bosque.
''— Debo prepararlos, mis preciosos súbditos. Las guerras de invierno se están aproximando y no puedo estar en dos lugares a la vez. Tienen que aprender a defenderse de las sombras." Dijo Anne, sus ojos ardían mientras recogía ramitas congeladas del suelo, pretendiendo que éstas fueran armas de acero. Ella llevaba una corona de flores silvestres marchitas en su cabello rojo encendido y mantenía su barbilla en alto mientras miraba su multitud imaginaria. Frunció sus finos y agrietados labios, y apretó su mano cubierta por el guante levántandola en el aire. "-— ¡No permitiremos que el miedo nos invada! Las sombras no prevalecerán, y les juro que mientras yo viva ¡Nadie podrá tocarlos!" Ella gritó, y nada mas que el eco de su propia voz respondió.
Respiró hondo y una pequeña niebla salió de su boca temblorosa. Miró a su alrededor en la escena vacía cubierta de nieve y sonrió. Observó los altos y delgados árboles que rodeaban el helado lago en el que se encontraba, y notó como la nieve caía sobre sus ramas sin hojas. "—Incluso en el invierno, cuando todo comienza a marchitarse y flaquear, el mundo todavía se las arregla para asombrarme con su belleza. ¿No lo crees?" ella le preguntó a nadie en particular.
"—Creo que eso es lo que es estar enamorado: amar a alguien apesar de sus defectos, amándolos completamente. Sin importar qué. Creo que eso es hermoso, ¿tú no?
"—Estoy de acuerdo." Una voz familiar detrás se escuchó de repente, sorprendiendo a Anne. Ella se giró viendo nada más y menos que a Gilbert Blythe, con sus manos dentro de los bolsillos de su grueso abrigo, su cabeza estaba levemente inclinada hacia abajo pero sus ojos mirando directamente hacia ella- encantador como siempre- pensó, pero rápidamente lo descartó de su mente. El corazón de Anne soltó un latido pero aún así logró poner los en blanco ante el chico frente a ella. "— Gilbert Blythe, estaría muy agradecida si dejaras de seguirme." Y con eso, giró sobre su talón y se alejó, pero el hecho de recordar estar parada en una lago congelado se la había pasado por la cabeza... lo que a su vez la hizo resbalar. Literalmente.
"— ¿Estás bien?" Gilbert preguntó, rápidamente dando un paso adelante, pero disminuyó la velocidad de inmediato cuando se dio cuenta de lo resbaladizo que era. Él cuidadosamente se dirigió a Anne y la ayudó a levantarse.
"— La ayuda no era necesaria, pero gracias. Será mejor que siga mi camino. Marilla y Matthew deben estar preocupados." dijo comenzando a alejarse.
"— ¡Anne!"
Ella se giró esperando que continuará.
La estudió por un tiempo y por millonésima vez, se sorprendió de su encanto. Anne no era el tipo de chica que capturará tu atención de inmediato; con sus ojos redondos, complexión delgada, ese rojo cabello ardiente y las pecas que ella odiaba tanto. Pero había algo más en ella; tal vez su persistencia, o su alcance para la imaginación que hace a Gilbert tan irremediablemente atraído hacía ella.
Y con el tinte gris y azul del cielo que caía con la estación, Gilbert pensó que Anne parecía el sol en el invierno."— D-déjame acompañarte a casa."
Anne se froto los labios para abrirlos una vez más. Pero antes de que siquiera pudiera decir una palabra, Gilbert se adelantó. "— No acepto un no por respuesta." dijo y caminó adelante de ella, provocando que sus labios formacen una sonrisa astuta.
Anne frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos. "— Usted es una fuerza a tener en cuenta, lo sabe, ¿verdad?" dijo con molestia.
"— Me halaga que pienses eso, Anne Shirley." Él le sonrío cálidamente, un triste impulso de tocar las dos trenzas rojas que rebotaban en su espalda y posaban sobre él. Anne se burló y puso los ojos en blanco ante su respuesta, encantadora. Pensó para sí mismo.
El resto del camino, fue en silencio. Anne estaba secretamente agradecida por la presencia de Gilbert desde que el sol comenzaba a ocultarse a mitad de camino. Aunque nunca se lo admitiría en voz alta.
Cuando comenzaban a acercarse a la casa de Anne, el cielo estaba casi completamente oscuro. Ellos se detuvieron frente a la puerta, el suave resplendor de la lámpara en el porche iluminaba sus rostros a la luz de la luna.
Gilbert pensó que esta luz cálida se adaptaba a Anne, especialmente con el cielo oscuro."— Gracias por acompañarme, Gilbert Blythe, aunque podría haber estado bien por mi misma." No, ella pensó.
"— El placer fue todo mío. Tu compañía es todo lo que es precioso en el mundo para mí." Él sonrío. La cara de Anne se enrojeció más que su cabello, y rezó con todas sus fuerzas que Gilbert no lo notará. Ella asintío firmemente ante él y procedió a ir adentro cuando Gilbert tiró suavemente de su muñeca.
"— Anne, espera."
Anne lo miró confundida. "— Gilbert, debes dejar de esperar hasta el último segundo para hablar, ¿Qué pasa?
"— Um..." él murmuró nerviosamente mientras se quitaba su sombrero y sacudía los pedazitos de nieve que le caía sobre su rizado, negro cabello. "—Me preguntaba sí tú..." él dejó de hablar, jugando con su sombrero.
"—Um.""—¿Bueno?"
"—Si te gustaría ir conmigo."
Las cejas de Anne se juntaron en confusión. "— ¿Ir contigo a dónde? Es demasiado tarde, Marilla no estaría muy contenta conmigo si deambulará por ahí a éstas horas."
"— N-no a ahora, a el..." La palabras de Gilbert se cortaron cuando la puerta de entrada se abrió.
"—Anne, qué haces afuera, ¡Está terriblemente congelando! Entra ahora." Marilla dijo con severidad y notó a Gilbert. "—¡Gilbert Blythe! Buenas tardes."
Gilbert sonrío. "-—Buenas tardes, señora Cuthbert, solo estaba acompañando a Anne a casa."
Los labios de Marilla se crisparon en una astuta sonrisa de complicidad que confundió a Anne, pero lo ignoró. "—Bueno, qué amable de tu parte, ¿te gustaría entrar? Cenaremos en un minuto."
"—Uh no, gracias. Será mejor que me vaya, es terriblemente tarde. Dele mis saludos al señor Cuthbert por mí."
"—Lo haré." Marilla sonrío.
"—Te veo mañana, Anne." Y con eso, Gilbert despegó mientras Anne observaba su figura desaparecer en la distancia.
"—Entra ya, Anne. Diana Barry está dentro esperando por ti."
Los ojos de Anne se ensancharon. "—¿Diana está aquí?" Ella dijo emocionada, pero antes de que Marilla pudiera siquiera responder, ella corrío adentro para saludar a su amiga del alma.
"—¡Diana!"
"—¡Anne!"
Las dos chicas chillaron de emoción como si no se hubieran visto por años, cuando en realidad, se vieron ayer.
"—Oh Diana, ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas?" Anne preguntó en cuanto dejaron de abrazarse.
"—Estaba esperando por ti a que llegaras a casa, así podríamos tener nuestra tarde de té pero te demoraste demasiado."
"—¡Oh, lo siento mucho, Diana! ¡Ven, quédate a cenar con nosotros!
"—¡Con gusto! Oh, y... ¿Escuchaste las noticias?
Anne miró a su amiga, con confusión.
"—¿Noticias?"
"—¡La ciudad está haciendo un baile de invierno!"
Anne la siguió al comedor, la pregunta inconclusa de Gilbert ahora tenía sentido.
Ella se preguntaba sí...
Gilbert estaba a punto de invitarla al baile.
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Mientras traducía ésto me moría de ternura, es que Gilbert es tan tontito y lindo.
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un baile de invierno; anne with an e
عاطفيةUn baile de invierno se avecina en Avonlea y demasiadas cosas pasan entre Anne y Gilbert. No es mí historia, pertenece a: extrachipper.