5.- De citas, compromisos y madres.

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Escocia, 2 años atrás

Ambos jadeábamos, nuestros cuerpos sudados se movían por instinto, no sabíamos lo que hacíamos, no pensábamos, parecía como si el sentido común nos hubiera abandonado y solo quedaban los instintos más neandertales.

Sentía cada curva del cuerpo de Merida y eso solo me hacía seguir, seguir con mis caricias, con mis movimientos, con lo besos que repartía en cada parte de su cuello y clavícula, ella gemía, me enterraba sus uñas y pedía por más. Ni siquiera notamos que alguien más estaba con nosotros en la habitación, hasta que fue demasiado tarde.

...

-Hola mamá -dije a la bocina del teléfono, al otro lado de la linea lograba escuchar la respiración de mi madre, era día de nuestra llamada semanal donde se encargaba de recordarme todo lo que hacía mal y que sin importar que tanto me esforzará, no lograría que me expulsaran del colegio.- ¿que tal van las cosas por allá?

-Tus hermanos casi arruinan una invaluable pieza de arte del castillo, se han interesado mucho por la química y la fabricación de bombas de humo. Casi me da un ataque cuando entre al salón de los acuerdos y vi que una de las pinturas estaba cubierta de humo colorido, fuera de eso esta tranquilo, tu padre incluso ha bajado de peso.

Sonrío al pensar en mis traviesos hermanos jugando con químicos en una de las salas mas importantes del castillo y siento nostalgia, miro por la ventana hacía mas allá del campus, al cielo gris y nuboso de Londres en otoño e intento recordar la vista de mi habitación con grandes y extensas arboledas que se pierden en el horizonte.

-Tu padre quiere que ayudes con la elección -dice nuevamente, bufó con molestia en respuesta.- Merida, es una consideración que tu padre tiene contigo, deberías de aceptarla, muchas princesas quisieran poder tener esa oportunidad.

-Yo quisiera simplemente no tener que elegir mamá. Este asunto del matrimonio, quisiera que no existiera.

-Merida, ya hemos hablado de esto, es la única forma de mantener la paz. Si no lo hacemos, los grandes clanes atacarían para tomar el poder, fue el único acuerdo que logramos. Lamento tanto que ese peso recaiga en tus hombros, pero es tu deber.- finaliza con un tono firme, un gran y rotundo "No molestes más" está implícito y es lo que me hace callar y no seguir más con el tema.

-Bien -suspiró.- No me interesa elegir, quien tu consideres mejor estará bien.

-¿Estás segura? Están dispuestos a ir a verte y salir para ayudarte a decidir.

Pienso en los 3 candidatos, Steve McIntosh, Wee Dingwall y Junior McGuffin.

Junior, un joven de casi dos metros de altura y robusto, tímido en su mayor parte del tiempo pero con gran fuerza. De todos era al que menos consideraba por la falta de química entre ambos.

Wee, que es bajito y rubio, con mejillas rosadas y actitud de niño. Si bien me agrada, y podría considerarlo para el matrimonio, sé que no es para mí, porque el jamás mostró interés en mí.

Y Steve. Alto, fornido, atlético, y sobre todo arrogante y soberbio. Cuida de su cabello como si de un tesoro nacional de tratará y no podía pasar mas de dos minutos sin ver su cara en cualquier superficie reflejante. De los tres chicos, es él que siempre me había buscado con las intenciones de ser algo más que amigos, sobra decir que cuando se entero del matrimonio fue el más alegre.

Considerando mis opciones, en este punto donde ya todo es un hecho, al menos puedo elegir estar con alguien a quien le gusto y se ha interesado por mi, aun si yo no siento lo mismo por él.

-No será necesario, creo que sé a quien elegir.

...

-Te agradezco que vinieras tan pronto a verme -digo mientras tomo asiento, el mesero acerca mi silla a la mesa y me sirve una copa de vino tinto mientras coloco mi servilleta en las piernas. Steve toma asiento frente a mi y me dedica una grande, blanca y brillante sonrisa.

Un Real DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora