CAPÍTULO 11

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Moría de calor y mi cabello era un desastre por la humedad. La tragedia de bajar del avión y esperar por las maletas, definitivamente el calor empeoraba las cosas muchísimo.  

Arrastraba como podía las maletas con una mano y con la otra revisaba el celular para saber a donde dirigirme, al cruzar las puertas corredizas veía al resto de pasajeros abrazando a las personas que fueron a recogerlos, era difícil avanzar entre las personas. 

Los observaba seriamente, con algo de envidia, hace mucho que no veía a mi familia... fue un sentimiento confuso, y entonces lo vi, un hombre con un cartel que tenía mi nombre: Samiy Herrera. 

«¡Vaya, lo escribieron bien! Espera... ¿Venían a esperarme?»

Me acerqué lentamente al sujeto con algo de timidez y desconfianza. 

—Kim Taeh-

—Sígame— me interrumpió.

—Okay...

Si esto era un secuestro sería el secuestro más sencillo del mundo.

Nos dirigimos a la salida del aeropuerto y había un auto negro estacionado, me abrió la puerta de atrás y abrió la maletera para meter mis maletas, dudé pero terminé entrando al auto, subió y empezó a conducir.

Si, definitivamente el secuestro más fácil.

—Mmhh... Disculpe...¿A dónde vamos?

No hubo respuesta. Veía como me observaba desde el espejo retrovisor, me sentía incómoda, pero paralizada por el terror de lo que ocurría.

—Cálmese— respondió después de un largo rato y no volvió a hablar hasta que llegamos, lentamente la ciudad empezó a desaparecer y nos adentrábamos más y más en la selva tropical. No podía más con el cansancio, así que terminé durmiendo en el asiento de atrás.

Me despertó la manera en la que se sacudió el auto, avanzábamos en medio de palmeras y cataratas—«Vaya, esto es hermoso»

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Me despertó la manera en la que se sacudió el auto, avanzábamos en medio de palmeras y cataratas—«Vaya, esto es hermoso».

— Ya llegaremos.

Sentí alivio finalmente, aunque no estaría del todo tranquila hasta ver a Tae.

De un momento a otro y escondido entre toda espesa selva de palmeras había un hotel bellamente diseñado.

«Namjoon no es el único que se esconde en la naturaleza...»

El auto bajó la velocidad hasta que se detuvo a la entrada de la lujosa edificación, estaba empezando a anochecer y me sentía mucho más cansada de lo normal.

— Sólo diríjase a la recepción, yo me encargo de sus cosas.— Extendió su mano para que le entregue mi libreta verde.

— Oh, no se preocupe.— Respondí apretando la libreta contra mi cuerpo, el asintió y abrió la maletera mientras yo me adentraba al hotel para buscar la recepción. Sinceramente apenas podía razonar lo que hacía, sentía que apenas y caminaba por instinto.

— Samiy Herrera, la estábamos esperando.— Me dijo un chico vestido de manera formal en cuanto entré al hotel.

— ¿Ah si?... Digo... ¡Gracias! Lo lamento, estoy muy cansada.

— Lo sabemos, déjeme llevarla a su habitación, sígame por favor.

Cruzamos la recepción de aquel lujoso hotel, llamó al ascensor y subimos al piso donde se encontraba mi habitación.

— Esta es la llave.— Me indicó mientras me daba una tarjeta.— Relájese y mañana pasará por usted la encargada. Es usted una invitada muy importante, así que no dude en pedirme lo que sea que necesite.

Apenas y asentí con la cabeza mientras entraba en la habitación. Cerré la puerta detrás mío y sin encender las luces caí rendida en la cama.


...


Mis ojos se movieron debajo de mis párpados y mis ojos se abrieron poco a poco mientras la imagen de la luz filtrándose entre las cortinas se enfocaba lentamente. Volví a cerrar los ojos mientras acomodaba mi cuerpo de manera diferente. Había quedado rendida la noche anterior, seguía con la misma ropa con la que había viajado ¿Qué hora es?

Me senté lentamente en la cama analizando lo que veía alrededor, era una habitación simple y hermosa. Me acerqué lentamente a la ventana y corrí las cortinas, la luz del día me hizo cerrar los ojos con fuerza automáticamente, cuando los volví a abrir me quedé con la mente en blanco contemplando lo que veía «Primero Nueva Zelanda, ahora Hawaii» El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Giré sobre mis talones y me dirigí a contestar.

— ¿Hola?

— Señorita Herrera ¿La he despertado?

—N...no, para nada, ya llevaba un rato despierta.

— Bien. Mire, debería reunirme con usted en un momento, pero se han presentado una serie de inconvenientes, le ruego que me espere hasta la tarde, mientras tanto siéntase libre de disfrutar de todas las actividades que le ofrece el hotel ¿Le parece bien?

— Si, claro, no se preocupe, de todas maneras quería descansar un poco más.

— Perfecto, hasta luego.

Colgué lentamente el teléfono y suspiré.

— Bien, empecemos.— Me dije a mí misma.

Miré en todas las direcciones ¿Qué debería hacer primero? Empecé a morder mi pulgar mientras decidía que hacer. Me llamó la atención una pequeña hoja de papel que estaba sobre el escritorio de la habitación. Me acerqué y lo leí.

"Welcome Sam"

"Welcome Sam"

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