—Leí que hay audiciones para musicales la próxima semana, supuse que te gustaría participar — sugerí con una ligera sonrisa en los labios.
—Eso es lo que tú quieres Inna, yo estoy bien con mi trabajo —habló de forma seca, sin dejar de mirar la pantalla de su computadora.
—Lo decía porque cuando estábamos en Nueva York estabas tan feliz con lo que hacías, pagaría por volver a verte así —tomé un sorbo de mi café.
—No empieces con esto Inna, ya es suficiente —ahora sí me estaba mirando. —No me conviertas en el malo de la historia, sabes perfectamente que tú descuidaste esta relación. Ahora que te pago con la misma moneda te indignas, quien te entiende.
—Tranquilo, me iré esta tarde. No te molestaré más —me paré, caminaba por el pasillo cuando escucho el golpe en la mesa.
—¡Siempre quedándote con la última palabra mujer! —me voltee indignada para volver a donde estaba él.
—¡¿Me estás gritando a mí?! Me empiezas a bajar el tono Cho Kyuhyun, yo no soy nadie para que me vengas a tratar así.
—¡¿Y quién te crees tú para responderme?! Mi hermana me lo advirtió, nunca debí estar con una extranjera. Siempre traen sus problemas cargando.
—¡Entonces por qué me pediste ser tu novia! ¡Que esperabas con traerme aquí! ¿Qué te respetara por estar en tu país? ¿Qué te atienda? ¿Qué esté a tu disposición cada vez que quieras? Pues fíjate Kyu que yo no soy la empleada ni esclava de nadie, eras mi pareja, no mi dueño.
—¡Acá las cosas son muy diferentes de dónde vienes! ¡Acá se respeta! -comenzaba a apuntarme cada vez más amenazador.
—¿Y yo no lo hago? —pensé otra vez lo que iba a decir. —Si, tienes razón. No te respeto tanto, pero es porque no te lo mereces Kyuhyun. Nunca te respetaré si no me respetas de la misma forma.
—Vete, tomas tus cosas y vete ahora.
Por dentro estaba dolida, destruida, me había roto por completo, pero mágicamente en mi rostro se podía ver una cínica sonrisa. Él estaba completamente serio, no quito su mirada de mi hasta que me vio fuera de nuestra casa. Podía verlo parado en la ventana del segundo piso, específicamente de habitación, esperando a que yo me fuera por completo de su vida. Lástima que nuestro grupo de amigos sea bastante reducido.
Me paré en seco, me di media vuelta para encontrarme con sus ojos amenazadores. Estaba furioso. No reaccioné a hacer nada más que levantar mi mano para enseñarle el dedo de al medio. Me di por muerta.
Por más que yo amara a Cho Kyuhyun, no podía negar que era un machista de aquellos y yo no podía tolerar a alguien así en mi vida. Tal vez en la vida de Nathan y Julie tampoco.
—Sabes, me arrepiento de muchas cosas. Pero el irme de esa casa no es una de ellas —le contaba a mi único mejor amigo en toda Corea mientras nos tomábamos un café.
—Inna, Corea es un país desarrollado económicamente, pero estamos muy atrás con otros temas —me miraba Heechul con ligera pena. —Hay mucho racismo, homofobia y machismo. Todo el odio del mundo acumulado en un solo país, ¿Qué esperabas?
—Ni yo lo sé Hee, todos me traen vuelta loca —apoyé la espalda en el respaldo del asiento completamente rendida. —Pero tú no eres como Kyu, o como todos los demás.
—Es porque yo soy inteligente, duh. Además, viajé mucho, soy más culto que cualquiera de aquí. —Vi como un aciano se acercaba a nuestra mesa pasando por al lado mío.
—¡Ah! —me toqué la cabeza. —¿Ese hombre acaba de tirarme el cabello?
—Que decirte amiga, racismo.
—Y yo que escribía maravillas de Corea en mis libros. —Heechul levantó su taza de café con una mirada de "te lo dije".
Días antes de viajar al país de mi amado, dediqué una noche de insomnio a buscar blogs de turistas que viajaban a Corea, para familiarizarme un poco. La mayoría admiraba la cultura que este país entregaba, el ambiente y la seguridad era algo que todos remarcaban en sus reseñas. Pero de lo bueno pueden salir un montón cosas malas, no me sorprendía cuando hablaban sobre el racismo u homofobia, ya que por más que luchemos para combatir contra aquello siempre nos encontraremos con alguien que mantiene sus ideales conservadores.
Todos tenemos la capacidad de curarnos a nosotros mismos, de salvarnos, de transformarnos. Así creía yo antes de abandonar a quien más amaba, verle su cara sin expresión alguna desde la ventana de aquel segundo piso me ponía los pelos de punta. Tenía miedo. Después de poner las cosas dentro del auto me fui en busca de un lugar temporal en donde vivir mientras buscaba un loft acogedor o un departamento pequeño, para mi suerte encontré un hotel que se ajustaba a mi presupuesto y comodidad.
Al terminar de tomar un café con Heechul nos separamos por las agendas ocupadas de ambos, no me había dado ni el tiempo de llorar.
Fui a una reunión con mi editor, Yesung, un amable hombre delgado y un rostro angelical que lograba dominarte en un par de segundos. De haberlo conocido antes de seguro que ya estaría con él. La reunión fue todo a su debido tiempo, mi cuarto libro sería publicado próximamente y me había indicado que debía iniciar uno completamente nuevo. Dejar atrás toda la historia de Nathan y Julie para darle un cierre merecedor, tal cual como mi final con Kyuhyun. Mi editor me había aconsejado que empezar con una nueva novela sería ideal para mi carrera, me encontraba en el pick de esta. Sin embargo, comencé a debatirle sobre mi ruptura con mi novio, diciendo que la prensa me comería viva si se daban cuenta que comenzaba un nuevo libro.
Para Yesung no era problema la prensa, ya que sería noticia durante un día y después un completo olvido, claro está que los periodistas andan detrás de los idols musicales. El hecho de empezar una nueva vida de soltera, un nuevo personaje para un nuevo libro y una nueva aventura a la que tendré que acostumbrarme me daba un poco de angustia.
Siendo las ocho de la noche había llamado a Kyuhyun.
—¿Comiste bien?
—Deja de cuidar de mí, Inna.
[fuente imagen: @valerie.galandina]
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Ways to say goodbye →Kyuhyun; SJ.
FanfictionLas parejas formales no duran para toda la eternidad y Kyuhyun e Inna lo tienen más que claro. Con más de cuatro de años de relación han decidido separarse por el bien y felicidad de ambos, uno olvidará pero el otro sufrirá y se lamentará cada erro...