Capítulo 11

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El tiempo pasaba muy rápido y mis días eran cada vez más un asco, efectivamente me habían llamado de la productora. Había conseguido el papel, mi felicidad duró un momento, después recordé que no tenía a nadie a quien contarle, a Inna le habría encantado la noticia. La extrañaba.

Leeteuk me tiene buscando chicas, cita tras cita, y todas se terminan quejando con él por mi falta de interés. Mujeres iban y venían, pero nadie lograba llenarme el corazón como aquella mujer que se alejó de mi vida, no era feliz, mis sonrisas comenzaron a desaparecer una por una dejando sólo mi rostro serio y frío, rostro que Inna vio hasta el último día junto a mí.

—¿Sigues enamorado de ella? —asentí. —Ha pasado siglos Kyu.

—Ya detente Leeteuk, quiero estar solo.

—Comparas a todas las mujeres con ella —lo miré confundido. —Es por eso que no progresas.

—No sabes lo que dices.

—Oh claro que sé, solo mírate. Vendiste la casa porque te recordaba a ella, tú casa Kyu.

—Esa casa era de los dos Leeteuk, algo que tú nunca vas a entender.

—¿No vez que me preocupo por ti? Volviste a vivir con tus padres, atienes el café de tu madre, estas serio todo el día. Inna te quitó todo...

Creo que mi querido amigo no pudo terminar su sermón por culpa de mi puño en rostro, odiaba que hablara así de ella, yo tenía muy en claro que yo era la víctima, pero él no tenía derecho de tratarla como una basura.

Me alejé con la mano herida, llegué hasta el café de mi madre para que me atendiera las heridas. Me preguntaba bastante preocupada por lo que había sucedido, pero yo solo respondí que me defendí de un imbécil que trataba de robarme. Raro, ya que aquí no hay robos. Pero no volvió a preguntar.

—Te toca a ti atender la caja —dijo mi madre por lo que tuve que hacerle caso.

Estuve trabajando bastante aburrido detrás del mesón, ver gente me aburría, por lo que dedicaba los ratos libres para releer mi libreto, tarareaba una y otra vez las canciones para que no se me olvidaran e imaginaba el momento en el que vuelva a los enormes escenarios.

Nunca podía permanecer completamente en paz, cuando ya creía haber dominado mi vergüenza aparece el imbécil de Yesung a pedirme su estúpido café de vainilla. Maldito.

—¿Tarde pesada? —preguntó el hipócrita

—¿Te interesa?

—Vamos Kyuhyun, no seas irrespetuoso —sonrió de forma irónica.

—2500 won —pedí, revisó sus bolsillos y me dio el dinero. —Ten tu cambió —sonreí falsamente.

—¿Sabes? Te creí más maduro Kyu, lástima.

¿Venía a la tienda de mi familia a insultarme? De no ser porque le tengo respeto a mi madre ya le habría partido la cara, quedé con la furia en el pecho, mis venas comenzaban a hincharse, mi cuello se ponía rojo, apretaba los puños para no matarlo. Conté todos los números posibles para poder relajarme, atendía a la gente con la rabia en la garganta mientras veía al inútil beber su café tranquilamente sentado en uno de los sillones del café. Hasta que mi corazón se detuvo.

Era Inna.

Ella sabía perfectamente que este era el café de mi familia ¿y tenía el descaro de venir? ¿y con él? Sentí odio, repudio, pena. La veía ahí reír y pasarla de maravilla con ese don nadie como si fueran amantes de toda la vida, sentí la comida devolverse por mi tráquea al imaginarme a esos dos follando.

Vi como mi madre corría a abrazar a Inna como si aún fuera mi novia, se le veía tan feliz, ella también la extrañaba. Ver esa escena hizo que mi nostalgia saliera a flote poniendo mis ojos lagrimosos, me fui del lugar para encerrarme en el baño. No podía seguir viendo todo eso.

Las prácticas se hacían cada vez más pesadas, pero a su vez estaba conociendo nuevas personas, tenia nuevas amistades y me estaba renovando por completo. Mi sonrisa volvía a aparecer y ya no pensaba tanto en Inna, aunque más de una vez me preguntaba por ella. Aún esperaba sus llamadas en la noche, tenía claro que yo le pedí que me dejara en paz, pero una parte de mi me lo impedía y gritaba por su presencia. La necesitaba, la quería a mi lado, pero ella ya se había rendido. No escuchaba su voz de cerca hace más de un mes, no volví a verla en el café, tampoco a Yesung ni menos a Heechul.

De vez en cuando me juntaba con Ryeowook y Sungming para ponernos al día, nos tomábamos varias botellas de soju hasta sentir el mundo tambalear. Eran los momentos más felices.

—Eres un tonto —musitó Ryeowook con pocas ganas.

—¿Yo? —pregunté animado por el alcohol.

—Sí, Leeteuk nos contó que estás en la mierda —afirmó Sungmin, el más sano hasta el momento.

—Ese chismoso —me enfadé. —¿Por qué tienen que estar pendientes de mi vida?

—Todos se preocupan desde lo que sucedió en la casa de Siwon —masculló Ryeowook.

—Pues me arrepiento de haberles dicho. Y no soy un tonto y tampoco estoy en la mierda —bebí lo que quedaba de la botella.

—No eres un tonto, eres un imbécil —dijo Sungmin muy seguro. —Andas pendiente de Inna

—Hace bastante tiempo que no sé de ella, por si te interesaba —Sungmin comenzaba a sacarme de mis casillas.

—Pierdes tu tiempo preguntándote qué será de ella, qué es lo que querrá o quién le gusto, si ella hubiera sido la indicada no habría tirado una relación de 4 años a la basura ¿no crees? Solo se feliz Kyu.

Me paré y salí del lugar, no merecía que me trataran como un imbécil, ni menos que se metieran en mi relación. Bueno, mi antigua relación. Era mi vida y yo la viviré como a mi se me da la gana. Seré el actor y cantante más famoso de toda Corea, una productora me contratará y haré un disco que tendrá millones de ventas, merezco una mejor vida y haré lo imposible por intentarlo. Pero primero, debo olvidar a Inna.

—Un whisky por favor.

Saqué mi abrigo y lo puse en mis piernas para abrigarme un poco, parecía ser un buen bar, acomodé mis codos sobre el mesón y recibí el vaso. Miraba de vez en cuando a mi alrededor como si estuviera esperando a alguien, hasta que ese alguien apareció.

—¿Me has cambiado por el whisky? No te lo recomiendo: no llama, no escribe, y el despertar es horroroso —dijo la bella chica sentada junto a mí.

—¿Te conozco? —pregunté algo confundido a lo que ella rio a lo bajo.

—Seon Hwang —sonrió. —¿Ya me olvidaste? Soy tu ex.

Había estado con Seon cuando era joven, antes de irme a América, ambos teníamos 18 años y sueños para toda una vida juntos. Fue mi primer amor y nunca creí olvidarla, pero todo va a su tiempo, quedando completamente en el pasado.

La felicidad está en las cosas que no planeas, en las que no ves venir. Ella podía ser mi nueva felicidad. 

Ways to say goodbye →Kyuhyun; SJ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora