Noches.

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Había un recuerdo hermoso en la mente de Hamlet y Munna, la primera vez que durmieron juntos.

Unna tendría los nueve años, recién había terminado una dura actuación de Onirym, de las mejores sin duda alguna.
El elfo y la mediana habían quedado al terminar el espectáculo, sin tener en cuenta lo cansado que Letto estaría.

Pero para el ojiazul no era un inconveniente.

...

Fueron al prado de siempre, ya de noche, para ver las estrellas, las luciérnagas, el reflejo de la luna, el murmullo del arroyo...

Ambos se tumbaron sobre la hierba.
Conversaron un poco sobre los días que no se habían visto, hasta que pronto, Letto dejó de escuchar la voz de Unna.
Miró a su lado y comprobó que la pequeña se hallaba dormida.

El rostro del elfo se ruborizó ligeramente, con un brillo en el ojo, propio de cuando sentía cariño hacia alguien.

El joven posó los labios sobre los de la chica con cuidado, sin despertarla. Y acto seguido, se recostó a su lado, abrazándola, y se durmió.

Ese, y no otro, fue su primer beso.

Rol y la magia de vivirloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora