Capítulo 6: El Volador Peludo

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La madre le llenó a Eric el tazón del desayuno hasta arriba de copos de avena.

-Más, por favor-dijo Eric.

Ella le puso un poco más.

-¿Suficiente?

-Un poco más.

De alguna manera consiguió poner un par de cucharadas más encima de aquella montaña de copos.

-Ahora seguro que tienes suficiente...

-Solo un poquito más.

Morpet pasó cerca.

-Está a punto de salirse del tazón-murmuró-. ¿Cómo vas a poder comerte todo eso?

Eric alzó su cuchara.

-Estoy creciendo. Necesito todo este alimento, no algo para el apetito de-y acercó su cara a la de su hermana, sentada frente a él-una hormiga.

-Quieres eso para los prapsis-dijo Raquel con naturalidad-. Los he visto chupeteando tu plato-. Ella se rió y se chupó los labios-. Lo pusieron todo perdido y tenían las caras llenas de copos de avena.

La madre suspiró profundamente.

-Eric, ¿es eso cierto?

-Ejem...

-No, no me lo digas-dijo ella-. Prefiero no saberlo... -Cogió su maletín y se puso la chaqueta-. Estaré fuera cerca de una hora, llevo el teléfono móvil por si me necesitáis. -Se dirigió a Eric-: Será mejor que no encuentre copos de avena en ningún lugar inusual de mi cocina cuando vuelva. ¿Entendido?-Eric asintió y ella salió de la casa.

Minutos después, Raquel notó un alboroto en la ventana de la cocina.

-¿Qué están haciendo los muchachos?-preguntó.

Ambos prapsis parloteaban de manera descontrolada, volando en espirales cerradas, demasiado excitados para que se les entendiese algo de lo que decían. Finalmente se calmaron lo suficiente como para distinguir sus voces.

-¡Un aullador volador!-dijo el otro.

-¡Chorradas! ¡Un volador peludo!

Eric pestañeó por culpa del sol.

-¡Caray!

Contra el cielo azul, una forma negra volaba en círculos por encima del techo.

-Parece un perro-dijo Eric-. Pero eso es ridículo. Tiene que ser una cometa.

-No veo los hilos-dijo Morpet-. ¡Y está ladrando!

-Un perro labrador-susurró Raquel.

Eric le dio un codazo.

-¿Qué está pasando? ¿Lo estás haciendo tú?

-Por supuesto que no.

-¿Pues quién?

El labrador estaba suspendido en el aire a media altura en el centro de un campo de deportes. Se mantenía boca arriba, con sus enormes patas en dirección al cielo. Entonces emitió un aullido, giró sobre sí mismo, y salió disparado directamente hacia arriba. Algunos niños que estaban jugando a fútbol en el campo no supieron si quedarse a contemplar el espectáculo o salir pitando de allí.

-¡Guau!-dijo Eric-. Está controlado por un hechizo. ¡Magia, Raquel!

Ella asintió, temblando un poco, intentando localizar la fuente, y llamando a su mente a los hechizos defensivos que había practicado durante las dos semanas pasadas.

Trilogía Del Maleficio 2: El Olor De La MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora