Capítulo 15: La Llegada.

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Heiki arrastraba su frágil cuerpo en dirección hacia el Polo.

Estaba demasiado débil para transportarse. Mientras había tenido fuerzas, había volado. Cuando las fuerzas la habían abandonado, había avanzado a trompicones, sobre unos tobillos que todavía no se habían recuperado por completo de la cacería. Finalmente se había puesto a caminar a gatas. Había tardado más de una hora en recorrer, en medio de la ventisca, los últimos escasos metros que la separaban del perímetro del campamento base de las brujas.

La recibió Calen, quien se quedó contemplándola con desdén.

-¿Por qué has vuelto? Aquí solo encontrarás más castigos.

Heiki permanecía de rodillas sobre la nieve, avergonzada.

-Por favor, ayúdame. Por favor. Me duele mucho...

-Has fallado-dijo Calen-. No hay segunda oportunidad para una bruja que falla.

-Haré lo que sea-prometió Heiki-. Yo sigo dispuesta a todo. No renuncies a mí.

-Te pedí que me dieras motivos para estar orgullosa de ti. No has sido capaz de hacer ni siquiera eso.

-Por favor. Dame otra oportunidad.

-No. Ya ha pasado tu oportunidad.

Calen agarró a Heiki por la cabellera y la arrastró como un saco indeseado entre las torres.

-¿Qué es lo que me espera?

Calen no contestó. Al ver que Heiki seguía conservando la cría de serpiente, se la arrancó de un manotazo del cuello y la arrojó su rígido cuerpo al suelo. Heiki se puso a llorar. Intentaba contenerse, pero no pudo reprimir el torrente de lágrimas, y estaba, además, demasiado cansada para enjugárselas.

Levantó la mirada hacia Calen.

-¿Me vais a... matar?

-¿Y aún necesitas preguntarlo?

Calen voló hasta su torre atalaya y abandonó a Heiki en su interior.


Más tarde, Calen recibió la llamada de su madre.

Se dirigió con nerviosismo a la gran torre de Heebra, pensando que iba a ser severamente castigada por el fracaso de Heiki. Nylo se retorcía contra su cuello.

Heebra estaba de pie, mirando a través de la ventana de vigilancia. Durante varios minutos ignoró la presencia de Calen. Finalmente dijo:

-Heiki, tu favorita, la niña a la que tú adiestraste personalmente, ha sido derrotada.

Calen bajó la cabeza con gesto de humillación.

-Y también ta has equivocado acerca de los demás niños de este mundo-dijo Heebra-. Se les puede instruir, pero muchos de ellos son desafiantes, o impredecibles.

-Si tuviera más tiempo...

-¡Más tiempo!-gritó Heebra. Se volvió para mirar a su hija cara a cara-. ¡Harían falta siglos para forjar a los niños y que formaran un ejército lo suficientemente leal para suponer una amenaza para los magos!

-Entonces... -balbució Calen, sosteniendo a Nylo pegado a ella-, ¿nos recomiendas... que abandonemos?

Las cuatro mandíbulas de Heebra pasaron de una expresión de ira a otra de diversión.

-¿Abandonar este maravilloso mundo a los magos? Creo que no. No. Tengo un nuevo plan: ¡atraeremos a Larpskendya hasta aquí lo antes posible!

-No comprendo.

Trilogía Del Maleficio 2: El Olor De La MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora