El día de la cosecha ha llegado. Lo sé por el calendario que tengo en la pared de mi habitación, marca los días que son aptos para la pesca, o en mi caso, para vender redes; mis padres solían usarlo sólo para eso, no querían preocuparme de la cosecha y los Juegos, pero desde su muerte yo lo usaba para contar los días antes de la cosecha.
Hace un año me habían dado la noticia, hace un año habían muerto... Ellos habían salido a alta mar y por primera vez el mar no fue su amigo, fue su peor pesadilla. La gran tormenta que azotaba en ese momento se llevó sus vidas, dejándome completamente sola... Bueno, casi sola. Mi mejor amigo Darren Jonhson siempre me apoyaba y me ayudaba a vender las redes, sabía que yo estaba devastada por la pérdida de mis padre así que intentaba ayudarme en todo lo posible.
Intenté alejar los recuerdos de mi mente y me levanté, me preparé para salir a buscar a Darren, no sin antes ver mi reflejo en el espejo. Mis ojos verdes relucían en mi rostro, había decidido hacerme una coleta para estar más cómoda por el calor que hacia en el distrito 4. Al salir de mi casa me topé con mi mejor amigo, sus ojos cafés me examinaban y una leve sonrisa se formó en su rostro moreno.
—Es el día de la cosecha, Cresta. Ten más ánimo, por favor— mencionó, aún con esa sonrisa de idiota en la cara. El siempre me llamaba por mi apellido, menos cuando se enojaba o se trataba de algo serio, sino me llamaba Annie.
—Cállate, Darren. Sabes que no tengo ánimos de esto, es mi cuarta cosecha.— solté u pequeño bufido, hoy no era mi día.
—Bueno, está es mi última cosecha, deberías alegrarte por mi. — me hizo un puchero, mirándome con sus ojos de "perrito abandonado" al mismo tiempo que daba un golpe flojo en mi hombro. —¿vamos a nadar un rato, Cresta? Anda, para que te distraigas.— volvió a sonreír con esa sonrisa que traía locas a la mayoría de las chicas del distrito, yo tomé aire y suspiré.
—Está bien, vamos. —sonreí después de responder y su sonrisa se amplió también.
Emprendimos el camino hacia la playa, que estaba a 50 metros de mi casa. Al llegar solo éramos nosotros dos y el mar, a pesar del accidente de mis padres, el gran mar aún me daba la tranquilidad que nadie más me daba, ni siquiera Darren. Me relajaba el sonido de las olas llegando a la orilla, la arena en mis pies, el agua empapando cada parte de mi cuerpo... todo el conjunto de lo que significaba estar en el mar era simplemente relajante ,¿y qué mejor que la comnpañía de mi mejor amigo para disfrutar del lugar que más me gusta en todo el mundo?. Darren y yo eramos inseparables, cuando eramos pequeños nuestros padres nos llevaron a la playa para enseñarnos a nadar, él daba chapoteones mientras yo solo dejaba que el aguaba me hiciera flotar, recuerdo como desde ese día mi padre empezó a llamarme "sirenita". Por segunda vez en el día tuve que forzarme a alejar los recuerdos de mi mente, esta vez mi mejor amigo me ayudó , sin saberlo, salpicándome agua en el rostro.
— ¡Ey, no hagas eso!— miré al moreno frunciendo el entrecejo, el me respondió con una carcajada divertida.
—¿Por qué no, Cresta? solo te estoy haciendo regresar a la realidad. — dijo mientras ladeaba la cabeza, haciendo que sus rizos se movieran.
—Eres el mejor amigo de todos, ¿lo sabes?— sonreí ampliamente y me lancé a sus brazos, el no entendia el motivo de mi emoción, no entendía que en realidad si me había regresado a la realidad.
—Lo sé, ¿y sabes por qué lo soy?.— después de abrazarme con fuerza alzó las cejas esperando una respuesta, al ver mi expresión de confusión continuo. — Ay, Cresta, piénsalo más... ¡es porque tengo a la mejor amiga— soltó una risa y yo me uní a la suya, rodeando sus cuello con mis brazos.
—Te quiero idiota. — susurré con una sonrisa, al divisar una figura en el horizonte me separé un poco para admirar quien era.
Era alto, como unos 4 o 5 años mayor que yo, tenía un abdomen perfectamente marcado y una sonrisa radiante, una sonrisa que de un momento a otro era insolente. Se acercaba hacia nosotros, caminando con el mentón alzado para darse importancia al mismo tiempo que me guiñaba un ojo de forma coqueta, haciendo que mis mejillas se sonrojaran.
Fue hasta cuando se detuvo a unos metros de mi amigo y yo que pude ver sus ojos. Unos hermosos ojos verdes aqua. Negó lentamente mientras nos miraba, como reprobando nuestra conducta.
—¿Jugando antes de la cosecha? ¿no deberían de estar preocupados?— soltó una risa despreocupada. Mi mente comenzó a atar cabos y me hizo darme cuenta de quién era el chico que tenia en frente de mi: Finnick Odair.
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She crept up on me.
FanfictionEsta historia comienza cuando Annie, una dulce chica de 16 años sale elegida para formar parte de los 70° Juegos del Hambre. Y en el proceso conoce a Finnick Odair, el que sería su mentor. Juntos tendrán que enfrentar muchos problemas, dentro y fuer...