Day6

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spirit!Jean and poor!Marco are teenagers. Marco is being thrown out on the street because he was unable to pay rent.

Ser negativo no era lo suyo. Pero se acababa de quedar sin hogar, y no había manera viable de cambiarlo.

Debería abandonar los estudios para volver con sus padres, a los que había prometido que él se pagaría por sí mismo todo lo que necesitase.

Qué equivocado estaba.

Empacando lo mínimo, ya a las tantas de la noche, cayó rendido en el suelo, con su cabeza apoyada en el colchón de una manera extraña. Tendría que irse al día siguiente, y quedarse divagando en su mente por horas sin llegar a ninguna conclusión sobre nada sólo le provocaba sueño.

Por un momento dejó de preocuparse por las maletas abiertas y la ropa desordenada por la habitación y descansó. No se trataba de un sueño profundo, lo confirmó al sobresaltarse por el sonido del cartón contra el suelo cuando una caja cayó.  Abrió los ojos y se incorporó de golpe. Sus zapatos, antes guardados en la caja, se unían ahora al caos de la habitación.

—¿Eh? —miró un tanto sobresaltado por toda la habitación— ¡¿Eeh?!

La figura translúcida de un chico se agachaba torpe y lentamente para colocar la caja que, aunque el pecoso no lo hubiese visto, seguro había tirado. Se levantó apoyándose en el colchón con una sola mano, sin quitar la vista del chico.  Estaba tan seguro de que no lo había visto en la vida como de que su nombre es Marco. ¿Cómo había entrado en la casa...? O, aún más espeluznante, ¿por qué se veía como un fantasma?

Sus pasos acortaban cada vez más la distancias entre los dos. El translúcido seguía sin decir nada y, tras colocar lo que había caído por su culpa, había quedado con los ojos fijos en Marco. Todo parecía ocurrir a cámara lenta, pero Marco sorprendió al otro acercándose de golpe con largos pasos y colocando su mano en la pared, impactando cerca del rostro del contrario.

Aun con su falta de color, las mejillas se volvieron más intensas. El chico se dejó caer hacia atrás. Atravesó la pared. Un extraño (posiblemente no humano) estaba atravesando las paredes de su casa. ¡Genial, su corazón no podría latir más rápido!

Salió del dormitorio en dirección al baño, pues era la sala al otro lado de la pared que había atravesado. Ni siquiera estaba seguro de que aquel chico estuviese ahora resguardándose en su baño. Quién sabe, tal vez desapareció y todo.

Abrió la puerta con cautela. El baño no era muy amplio, pero ya estaba acostumbrado a no chocar con el retrete al entrar. La bañera, al fondo, tenía la cortina corrida.

Intentó acercarse despacio para mantener el silencio, pero su presencia allí ya hacía el ambiente de la habitación distinto. Sujetó el borde de la cortina despacio, dudando de lo que estaba haciendo, y también de lo que había visto desde que despertó. No quería hacer una escena dramática, así que evitó deshacerse de la cortina de un movimiento veloz. Simplemente la apartó lo suficiente para que su curioso rostro observase el interior.

Ahí estaba. Sentado dentro de la bañera, pegado al borde, abrazando sus rodillas.

¿Desde cuándo sentía la necesidad de abrazar a extraños?

El chico levantó ligeramente la cabeza, asomando un ojo. Los ojos de Marco parecían brillar más cuando él los miraba. Posó su mano en el suelo de la bañera y dio unos golpecitos. Fue señal suficiente para que el pecoso se sentase a su lado.

  —Entonces... ¿te vas? 

El desconocido intruso, aún con mejillas teñidas, evitó el contacto visual. ¿Sabía por lo que estaba pasando? Eran demasiadas preguntas las que se había hecho desde que ese chico de cabello corto apareció delante suya, y no había podido responder ni a la tarea del otro día. Ya no haría falta.

El suspiro fue pesado.

  —No puedo quedarme.

Lo dijo en un tono dulce. Había llegado a su anhelada ciudad, intentado despreocupar a sus padres; le iba bien en los estudios, teniéndolo todo preparado... y había fallado estrepitosamente. Y ahora una especie de espíritu o fantasma se preocupaba por él. Ni se molestó en buscar la lógica, sabía de antemano que no la encontraría.

Dejó de esconderse entre sus rodillas. Se levantó y tomó de los hombros al contrario, estando a punto de gritarle en la cara, pero calmándose un poco. Su lado más agresivo no era algo de lo que estuviese orgulloso.

  —Sé que tan solo soy un espíritu ligado a esta vieja casa, pero tú has sido algo que me ha alegrado cada día, cada vez que me levanto por las mañanas. Tus malditas pecas y torpezas, tus prácticas de discursos para la clase frente al espejo, el avisar a los vecinos de que el humo es tan solo de la comida que has quemado...  —la sorpresa en el rostro de Marco le hizo titubear, pero aquel brillo característico de sus ojos parecía empujarle hacia las palabras— Creo que te amo, y nunca me había pasado antes, y de verdad no sé qué hacer.

El contacto visual antes evitado chocó entre los dos. Marco no podía negar que desde que percibió aquella extraña presencia cerca, había sentido que estaban conectados, de alguna manera. Intentó abrazar al espíritu del cual ni su nombre sabe, pero comprobó que solo él puede tocarle cuando sus brazos lo traspasaron.

  —Jean  —susurró, limpiando con delicadeza las recientes lágrimas del contrario—. Me llamo Jean.



Jeanmarco Month; 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora