-Junior, ya está la comida.
Pablo golpeó el marco de la puerta, para atraer la atención del chico que estaba en su oficina, intentando armar y desarmar uno de los cerrojos de última tecnología.
El joven todavía estaba inmerso en su tarea, alrededor de herramientas y algunos juguetes con los que estaba obsesionado, como el cubo rubik. Y también de varios relojes, de lo que valió su sobrenombre.
-Ya voy.
-Pequeño, tengo una duda. -preguntó el hombre mayor de gran musculatura.
Junior golpeó la mesa con una de sus herramienta, como muestra de exasperación, la paciencia nunca fue su fuerte.
-Sabés que no me gusta que me llamen así.
-Esta bien, Junior. No te lo dije para hacerte enojar.
-Lo sé. ¿qué pasa?
-Me pareció raro que aceptaras este trabajo.
El menor se detuvo en ese instante. Si lo pensaba mejor, era obvio que era peligroso y seguramente entraba entre las cosas más estúpidas que hizo en su vida.
-No es raro, estoy aburrido. Y Juan no me dió ningún trabajo este último tiempo.
Junior se sacó sus lentes de marco grueso y se frotó sus ojos, que ya estaban muy cansados sin darse cuenta. Cuando comenzaba a trabajar podía no parar por horas.
Su celular comenzó a sonar, pero no tenía ganas de contestar hasta que vió de quien se trataba.
-Hablando de Roma... -se dirigió a Pablo. -Jefe.
-Junior, ¿qué hacés papá? -el tono autoritario se podía sentir aún por teléfono.
-Acá estamos, trabajando en mis relojes.
-Eso está bien. -guardó silencio comprendiendo a que "relojes" se refería. -te llamo porque me dijeron que te comprometiste para un laburito sin consultarme.
Junior miró a Pablo, sabiendo que fue él quien lo delató. Tapó el microfono.
-Sos un botón. -diciéndole a Pablo en un susurro. -Jefe, no te quise molestar, es un trabajo sin importancia.
-Con desconocidos.
Junior no pudo contradecirlo.
-Hijo, no puedo vigilarte siempre. Pero ya casi tenés veinte años, y tengo que confiar en vos, aún así con pie de plomo. Ya sabés todo, sólo quería recordártelo.
-Gracias, Juan. -contestó sin necesitar de decir algo más, terminando la llamada.
Juan encontró a Junior peleando en la calle, se estaba golpeando con varios desconocidos a la salida de un boliche cuando era muy pequeño.
El menor ya no aguantaba su vida y las peleas eran buenas formas de pasar el tiempo, aunque terminara perdiendo, golpeado y más enfadado que antes.
El jefe recién estaba comenzando con el negocio y, quizás porque le recordaba a sí mismo, le dió pequeños trabajos para mantenerlo ocupado y con vida.
Pronto se dieron cuenta de su talento con los sistemas mecánicos, que cuando era niño desarrollo por su curiosidad al funcionamiento de las cosas.
Pasaron cinco años desde ese día, siendo hoy la banda que desvelaba a la Policía y a las agencias de seguridad privadas. Pero para Junior, todo seguía siendo un juego como los primeros días.
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Empecemos otra vez (Blasnior/Quallicchio)
Fanfiction"Relojito" es un experto en cajas de seguridad y alguien, a quien no conoce ni confía, le propone un plan. Sus instintos se niegan, pero él no puede resistirse a Quevedo, un ladrón de poca monta.