Parte 3. Fascinado

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-¿Por qué me llamaste hasta este lugar?

-Los lugares neutrales son mejores para evitar quilombos. -dijo "Relojito", mientras se sentó en un asiento improvisado de un galpón abandonado.

El chico tenía una campera enorme y un beanie rojo que lo hacía ver más joven de lo que en realidad era.

-¿Viniste sólo? -preguntó el otro joven, mientras observaba a su alrededor.

-Por supuesto. Eso te dije. Por eso te pedí que vinieras sólo también. Mi gente no participará en este trabajo. Sólo yo.

De la expresión imperturbable del muchacho con rulos, se escapó una ráfaga de decepción.

-¿Qué? ¿No soy suficiente para vos? -preguntó con cierto encanto en su voz.

-Supongo que vos serás "Relojito". -afirmó ignorando la frase anterior del chico.

-Si, tenés suerte de que estaba aburrido.

El joven más bajo se acerca y le estrecha la mano, sentándose a su lado.

-¿Y bien? ¿vos quién sos?

-Quevedo.

-Bueno, Quevedo, quiero escuchar todos los detalles, no me gustan las sorpresas.

Lo miró con frialdad.

-A mi tampoco me gustan las sorpresas, pero entenderás que todavía no tenemos esa confianza. Pero si te garantizo que vas a actuar cuando este asegurado el trabajo.

"Relojito" encendió un cigarrillo y escuchaba atentamente a Quevedo, quien tenía la barba descuidada y seguía con la misma gorra de Boca Juniors. Tenía el cabello sin cortar y un piercing plateado en la oreja izquierda.

-Escuchame, -interrumpió el más joven. -si me involucro en esto quiero saber todo, eso no es negociable. -dijo recordando la advertencia del Jefe, teniendo que dejar a un lado la fascinación que sentía por el otro.

Quevedo, lo examinó y su expresión se suavisó, "Relojito" no era tan intimidante  dependiendo el contexto en que se encuentre.

-¿Qué querés saber?

-Puedo aceptar el apretar, fajar, ser "estafeta". Pero no me va ir más allá ¿entendés?

-Mirá, es la casa del hijo de puta más grande de la financiera más garca de Buenos Aires. Va a quedar sola, iremos enfierrados sólo por si acaso. Nosotros aseguramos el lugar. Vos entrás, hacés lo tuyo y nos largamos rápido. No es tan complicado.

"Relojito" asintió convencido, eran los laburos que a él le gustaban, lo entusiasmó como sólo el jefe sabía hacerlo.

Quevedo le dió fecha, lugar y hora. Era un trabajo bastante limpio, sin violencia.

-¿No anotarás? -

-Tengo buena memoria.

Quevedo le sonrió por el tono arrogante.

-No pareces el puntero de un atraco. - dijo "Relojito" sin meditarlo antes.

-¿Ah no?

- No, aparentas ser un chico de familia normal, con una novia, que quiere formailizar y formar una familia.

-Bueno, si vamos a eso, vos tampoco pareces ser un "pulenta". Sos demasiado refinado para estar metido en esto.

-Tenés lindos ojos...

El otro chico quedó desencajado, sin saber cómo responderle.

- No me mires así, loco. No soy trolo o algo así.

Empecemos otra vez (Blasnior/Quallicchio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora