La vida del hombre estaba compuesta de la misma materia que se componen las tragedias, pensaba Asgore. En el sentido clásico una tragedia tenía que estar conformada por un personaje con un destino ineludible, que no podía evitar el infortunio sin importar lo que hiciera, condenado a siempre estar rozando sus deseos con sus dedos, ahí tan cercanos, sin jamás realizarlos.
Asgore se levantó algo cansado, su cerebro magullado como casi siempre aunque esta vez no recordaba haber soñado ni haberse inquietado de alguna manera durante la noche. A su alrededor todo estaba tal cual él lo había dejado, pero en su cabeza parecía que alguien había estado revolviendo con un resorte. Seguro era el estrés; aún no asimilaba bien los ritmos y horarios de la oficina, tan distintos a los de la facultad.
Se levantó a preparar el té, se metió a la ducha, sintió silbar la tetera eléctrica unos segundos antes de que se detuviese sola. Buscó su cartera, pero... ¿dónde la había dejado? Sobre el estante de los libros de marketing estaba una cartera púrpura que no parecía combinar con el resto de sus cosas, lo agarró extrañándose de haberlo dejado fuera de su maletín. El estrés, pensó nuevamente antes de ponerse una liga en el largo cabello rubio y sentarse a tomar el té.
Al llegar a su escritorio la secretaria le saludó y le hizo firmar un documento de su planilla de sueldo. Le recordó que tenía una reunión al medio día y una visita de su terapeuta a la hora de almuerzo. Gerson le había dicho que si necesitaba un terapeuta para estar bien, entonces no valía la pena deslomarse tanto por esa paga, pero Asgore le había dicho que valía la pena y que él sabía que necesitaba estar ocupado porque no sabría qué hacer con el mismo ni cómo soportarse si se veía con demasiado tiempo entre las manos.
La junta directiva fue bien, no tomaron grandes decisiones pero al menos se acordó que imágenes utilizarían para promocionar la nueva línea de productos. A la hora de almuerzo, el Doctor Daimonas se portó cortés y paciente como siempre. Escuchó mientras el hombre le contaba su rutina, asintiendo con pasivo interés y Asgore sentía entonces que el silencio y disposición del peliceleste eran en realidad lo que le estaban curando el alma. El doctor Daimonas le ofreció un té de hierbas que él mismo le había traído y le recomendó beber uno antes de dormir, la misma dosis de siempre "una cucharada de hojas en una taza de agua" y acordó cita para una semana más. Recalcando que "Si te sientes desequilibrado por cualquier cosa, me llamas y yo iré a verte, a la hora que sea".
Condujo en el auto por la autopista hacia su hogar en la tarde, deteniéndosesolo para llevar algo de cenar. Al tomarse la taza de té, levantó el porta vasospara llevarlo a su habitación y descubrió ahí debajo una mancha circular en lamadera. Intentó fregar con los dedos pero cayó en cuenta que la madera estabadesteñida y se odió un poco por ser tan descuidado.
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Agujero Negro
Short StoryÉl con su sola presencia podía ponerlo furioso, haciéndole reaccionar de modos inesperados (comenzando con aquel primer encuentro en que el, fuera de sí, intentó abordarlo borracho) y luego llevarlo a actuar guiado por la desesperación. Toriel le ha...