Capitulo 5

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-Joven Dreemurr- saludó el peliceleste al abogado mientras sacaba algunos artículos de su maleta. Observó los ojos de su paciente, su respiración, le preguntó por su rutina de sueño, por lo que soñaba y finalmente por lo que hacía en su tiempo libre. Pareció satisfecho de ver que tenía amigos nuevos en la ciudad. -No le hace bien aferrarse al pasado.- agregó.

Sacó un paquete de hierbas y las dejó sobre la mesa.

-Ahora tomarás dos cucharadas antes de dormir y un si la necesitas durante el día. Estamos en una parte crucial del tratamiento. Es muy importante que no te contactes con las personas de Madrid.

-¿Ni siquiera mis padres?

-Por ahora no, cuando te vuelvas más estable. Ahora haremos unos ejercicios cognitivos, quiero que me digas lo que se te viene a la mente cuando te digo las palabras, ¿lista? - Asgore asintió y el siquiatra comenzó.

-Taza

-Café

-Perro

-Fiel

-Libro

-Ciencia

-Color

-Violeta- respondió Asgore y Eligos levantó la vista de su libreta mostrando cierta inquietud.

-Televisión.

-Película

-Universo

-Baile

-Ciencia

-Pasión

-Con eso fue suficiente- declaró el doctor con gesto estoico. Asgore necesitaba saber qué resultados había obtenido, ¿algo andaba mal con el de nuevo?- Necesito que me dejes hipnotizarte.

-¿Dije algo malo?, es que... los científicos parecen ser apasionados, locos por lo que hacen, pensé... ¿está mal?

-No, no, todo está dentro de lo normal solo quiero saber el origen de ciertas asociaciones.
Asgore agradecía no ser consciente de lo que pasaba cuando Eligos hurgaba en su mente, pero al despertar siempre tenía un grado importante de agotamiento. Él sabía que no era normal. Nada en ese tratamiento lo era. Se recordó entonces que el mismo había pedido ese tratamiento, aunque no podía recordar bien por qué. Eligos le había explicado que era por su estrés, que sufría de angustia y terrores nocturnos y que eso se debía a la presión del nuevo trabajo y la nueva vida lejos de su ciudad natal.

El doctor Daimonas le había recomendado irse a casa, pero no podía dejar que el cansancio le hiciese plantar a sus amigos. Gerson la estaba esperando fuera del supermercado y juntos agarraron un carro. Él era más alto que Gerson, este tenía el cabello obscuro como la noche misma y los ojos color esmeralda. Le hacía bien estar con él porque era alegre, protector y de forma inconsciente sentía que necesitaba alguien así en su vida. Le gustaba estar cerca de el porque lo hacía poner los pies en la tierra y lo sacaba un poco de su apatía. La gente al verlos se imaginaba de forma lógica que estaban juntos y ellos no lo negaban porque no tenían que darle explicaciones a nadie. Al llegar al pasillo de las bebidas, sincronizada mente, se fueron hacia la góndola de la cerveza y cuando Asgore iba a coger las papas fritas envasadas, él le pegó en la mano y anunció.

-Yo haré la comida.

Salieron cargando dos bolsas cada uno y nuevamente el teléfono sonó. Número desconocido.

-¿No vas a contestar?

-No me gusta contestar números desconocidos, me pone nervioso... Eligos recomendó...

-Ya, ya, tu loquero... Asgore, a veces creo que este tratamiento te hace peor, te podrías recuperar si tan solo trabajaras menos y la pasaras mejor.

-No me hace bien tener tiempo libre- repitió el como un mantra.

-Bien, no insistiré, estás en piloto automático de nuevo, ¿Trajiste tus hierbas?

-Tengo preparado medio litro en el maletín, por si acaso.

-¿Qué carajo es eso de todos modos?- preguntó el azabache mientras levantaba el brazo intentando llamar la atención de un taxi.

-Solo sé es una sustancia inhibidora que me ayuda a ser más receptiva a la terapia cognitiva.

-Mira, no soy un experto, pero estuve leyendo y la terapia cognitiva no contempla el consumo de sustancias o la hipnosis.

-Tal vez no, pero yo sé que estoy mejor que antes.

-¡¿Cómo puedes decir eso si apenas recuerdas cómo era tu vida en Madrid?!

-No lo sé, Gerson... solo- El taxi se detuvo y guardaron las bolsas en el maletero. Asgore miró a su alrededor. Seguro estaba por sufrir un ataque de angustia porque se sentía observado. Podría jurar que vio una cabellera blanca que lo hizo desestabilizarse. Por suerte, la mano firme de su amigo lo jaló dentro del vehículo.

Alphys llegó unos minutos después que ellos llegaran al departamento de Gerson, traía consigo una caja de Dvd's y un bote de helado. Se sentaron en el sofá, los primeros episodios de la serie lo mantuvieron entretenido, pero a medida que iba avanzando se iba sintiendo incómodo en especial esas escenas plagadas de estrellas. La angustia, el malestar para respirar aumentaba hasta que debió ponerse de pie y encender la luz. Sus dos amigos lo observaron, hasta que comprendieron y Alphys comentó.

-Se puso igual que cuando jugamos Calabozos y Dragones.

-Asgore, ¿estás bien?, escúchame, mierda... está ido, Alphys, tráeme su maletín – la rubia obedeció. Gerson se acercó a el lentamente, como quien aborda a un animal salvaje y lo tomó por los hombros para llevarlo a su cama. Asgore temblaba, con los ojos cerrados y se agarraba la cabeza. - El termo pásamelo, Asgore bebe esto, te hará bien... - al oírlo, Asgore se aferró al termo como si fuera la fuente de la vida - ¿qué carajo es esto? - se preguntó Gerson algo horrorizado - ¿Está bien que beba tanto?

El hombre se dejó caer sobre el colchón y hasta que estuvo dormido ambos amigos no dejaron el lugar a su lado.

-¿Y ahora qué? - preguntó Alphys.

-Se lo prometí y todo, pero... no puedo dejarlo estar así, llamaré a su madre.    

Agujero NegroWhere stories live. Discover now