Capítulo 12

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Corben concentró toda su energía en encontrar el área más dañada en el interior del menor, sanándole conforme los minutos pasaban.

Había sido una herida de muerte, Dáire quedó inconsciente casi de inmediato, de no haber actuado rápido el chico hubiese fallecido, y eso era algo que un Dios no podía deshacer. Cuando acabó de cerrar, el cuerpo del menor se sacudió seguido de una profunda inhalación como si el aire le faltara. Sentía una presión en su torso y una energía demasiado fuerte que le recorría con demasiada fuerza, al abrir los ojos una luz le deslumbró hasta que la intensidad fue menor y pudo ver un conjunto de manchas de colores, parpadeó y se talló los ojos con una mano mientras que con la otra intentaba empujar a Corben, no podía respirar si se encontraba presionándole de esa manera.

El mayor retuvo los brazos de Dáire en cuanto supo que estaba fuera de peligro, se incorporó llevándolo rápidamente al interior de la habitación, no fue cuidadoso al empujarlo hacia la cama, ya le había salvado la vida incluso después de que se atreviera a atentar en su contra. Pasó por alto la actitud del chico, quien volteaba bastante nervioso a su alrededor, hasta que un fuerte golpe en su mejilla le hizo quedar totalmente bocabajo y se aferró a las sábanas cubriéndose la cabeza para evitar más golpes.

Corben lo tomó de la cintura, iba a darle una lección que no olvidaría fácilmente, pero antes de siquiera comenzar, se detuvo un instante para observarle con atención. ¿Por qué ese idiota había hecho algo tan estúpido? ¿Por qué ahora y no antes?

Al pensar en ello tuvo que detenerse, agredirle no iba a darle respuestas, y en ese momento le importaba más saber lo que incitó a ese inofensivo y débil ser para hacer algo tan idiota que ni en el mejor de los casos iba a funcionar. Lo arrojó a un lado haciendo que quedara de lado y se sentó jalándole del brazo para incorporarlo lo suficiente.

—Vamos, deja de quejarte. —siseó fastidiando al escucharlo gimotear ante el movimiento.

Dáire elevó su rostro un poco, esperaba cualquier cosa, pero igual no creía ser capaz de soportar un castigo. Sabía que cometió un terrible error y lo pagaría, ni siquiera tenía forma de disculparse, sus intenciones debieron ser demasiado claras como para que Corben creyera que no quería asesinarlo.

Notó que algo sucedía con sus ojos, antes no podía ver más que sombras oscuras, a veces un tanto claras cuando suponía que había más luz o estaba en el balcón siendo de día, pero ahora comenzaba a identificarlas con más claridad e incluso percibía algunos colores e identificaba algunos objetos como las sábanas, cortinas, paredes o muebles de la habitación. Parpadeó repetidamente y apenas hizo un movimiento para tallarse los ojos, Corben le tomó de la mandíbula obligándole a dirigir su borrosa mirada hacia él.

— ¿Qué te pasa? —cuestionó el Dios olvidando un momento lo que realmente le importaba.

Dáire actuaba extraño, su expresión parecía confundida más que asustada. Entonces lo descubrió, aquella criatura dejó de tener la mirada perdida y parecía fijarla en él. Sonrió de mala gana sabiendo lo que posiblemente sucedía, curarlo de forma precipitada no solo evitó que muriera, al mirar el cuerpo del menor, Corben notó que los antiguos moretones y heridas habían desaparecido por completo, incluso la quemadura de la marca había sanado, aunque seguía siendo notoria como una cicatriz, por supuesto, sus ojos dañados con anterioridad también debieron recuperarse igual que todo lo demás.

Pasó una mano delante del menor solo para comprobarlo, Dáire la siguió y Corben no se detuvo a preguntar de nuevo.

—Tal parece que has recuperado la vista. —siseó tomándole con fuerza el rostro para obligarlo a mirarle. —Esto no me agrada, intentaste matarme estando ciego, imagino que ahora no hay nada que te impida volver a hacerlo.

Los herederos de Varnow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora