Capítulo 29

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Durfen se dirigía al comedor cuando Grim le interceptó solo para decir lo obvio, todos estaban esperando que apareciera. Sin embargo, en vista de todo lo que había ocurrido, el cerbero decidió decirle a Durfen lo que había ocurrido respecto a la inesperada aparición de Redén, quizá él podría dar una solución o al menos tener una idea de lo que sucedió con él por tanto tiempo.

— ¿Enserio pensaron que estaba muerto? —se burló Durfen mientras continuaba caminando en compañía de su viejo aliado.

—Arnoz lo buscó por años, al final era la única razón viable.

—A menos que Redén no quisiera ser encontrado. ¿Acaso olvidan que es el maestro del engaño? —comentó recordando lo favorecedor que había sido tenerle en La Orden, siendo eso mismo lo que muchas veces le hizo desconfiar de él. —Es un ángel caído, no hay muchos como él, ninguno en esta época que haya sobrevivido como lo hizo Redén.

—Él asesinó a cada ser que se cruzó por su camino, enviados por su reino de origen, derramó sangre ajena a cántaros para evadir el castigo que debía cumplir por dar la espalda a su naturaleza, los ángeles dejaron de buscarlo al entender que no lograrían asesinarlo. —recordó Grim, aquello que había sucedido siglos antes y era imposible de olvidar.

—Ahora entiendes por qué le ofrecí un lugar en La Orden. Con las ridículas alianzas de Zareth, dudo que Redén piense que este es un buen lugar para volver. —soltó Durfen aún con diversión. —No es el único con sed de sangre.

Miró con cinismo al pequeño Elfo que seguía a Grim a una distancia prudente. A pesar de que el cerbero le dijo muy claro que dejara de ir tras él, de hecho, lo repetía cada que tenía oportunidad y eso solo hacía que el Elfo se detuviera un instante antes de volver a caminar detrás.

—Déjalo en paz, si comienza a llorar yo mismo voy a arrancarle la cabeza. —se quejó Grim.

Era demasiado paciente y consideraba que debía resguardar al Elfo hasta poder devolverlo con su gente, pero se volvía una tarea insoportable porque le seguía a cualquier sitio desde que llegaron al palacio y no había forma de hacerle entender que debía quedarse en una habitación por su seguridad.

Grim no tenía gran experiencia con esas criaturas, pero sabía que los Elfos jóvenes eran demasiado sensibles, parte de su entrenamiento se realizaba para fortalecer su carácter, que fuese primerizo en las expediciones y hubiese visto a los suyos ser asesinados no era la mejor forma de hacerle madurar, cualquier susto le hacía llora justo como ahora parecía querer hacer desde que Durfen sugirió el deseo de asesinarle.

El llanto de un Elfo bien podría categorizarse como defensa, Grim estaba a nada de quedarse sordo y comenzaba a pensar que mentirle a Zareth no sería mala idea, decirle que todos los elfos en su totalidad fueron asesinados, funcionaría perfectamente, a menos que Redén volviera a Varnow.

Dejó de lado el asunto con la pequeña criatura odiosa detrás suyo, y observó a Durfen un tanto extrañado, el demonio parecía de buen humor, aún cuando no había tenido suerte buscando a Roime en el reino del Dios, supuso que el hecho de haberse encerrado en su habitación por el resto del día con Hermy era una razón viable.

— ¿Qué le dijiste al chico sobre el asunto de Roime? —preguntó por curiosidad.

— ¿A Hermy? Solo le dije que buscaré a Roime en otro sitio.

— ¿Sigues haciéndole daño? Zareth querrá saber cómo se encuentra, sé que esta mañana pensaba llevarle con Além antes de lo que ocurrió.

—Está perfectamente, y al imbécil de mi hijo no debería importarle lo que haga con Hermy. Pero ya que hablas por él, puedes ir con la noticia, no he lastimado a su madre últimamente y tampoco planeo hacerlo pronto.

Los herederos de Varnow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora