Motorista

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Hace una semana Hank se compró una moto. La idea ocurrió cuando estábamos viendo televisión juntos, una película de hace unos años que Hank tenía grabada en un DVD, la película trataba de como el protagonista hacía un viaje por EEUU.

Hank tenía una obsesión tan grande por esa película que cuando a la mañana siguiente, en el buzón, se encontró con la promoción de un concesionario de motos de segunda mano se fue, sin decirme nada, a comprarse su nueva reliquia.

Yo estaba tumbado en el sofá acariciando a Sumo que tenía su cabeza apoyada en mis piernas cuando oí el claxon de un vehículo en la puerta de nuestra casa. En nuestra calle no vive mucha gente y cerca nuestra menos,debería ser para mí por lo que asomé mi cabeza por la puerta.

Justo en el jardín delantero había una persona vestida con un traje de cuero negro, llevaba un casco con visera negra que me hacía imposible analizar su cara y ponerle nombre, estaba montado en una moto, una lo suficientemente grande para que se montasen dos personas.

Salí de la casa haciendo mis mayores esfuerzos en reconocer la cara de aquella persona, pero tampoco hizo falta cuando el mismo se sacó el casco y dejo libres sus pelos canosos.

—¿Hank?- me acerqué a él.

—¿Qué te parece? ¿Te gusta?— decía Hank extendiendo sus brazos y haciéndome contemplar todo su cuerpo.

—S-Sí, se ve genial—.

Mentiría si dijese que nunca me había imaginado a Hank vestido en un traje de cuero y conduciendo una moto, pero esa imagen solo había existido en mi mente y ahora esa imagen había cobrado vida y se había presentado en la puerta de casa.

—¿Y por qué?—. 

Hank soltó una risa y me acercó un casco azul celeste.—¿Qué me dices si te invito a dar una vuelta?—. Hank me sonreía,.

—Te diría que sí, pero me vas a tener que dar un par de minutos, como ves me tengo que cambiar—. En ese momento Hank miró la ropa que llevaba puesta. Por como iba vestido no podía montarme en una moto, llevaba una camisa blanca de Hank, algo sucia de lo vieja que era, y unos pantalones de pijama realmente cortos pero que encontraba muy cómodos.

La nariz de Hank se sonrojó un poco y desvió bruscamente su mirada de mis piernas.

—S-sí claro... deberías—. Hank hacía su mayor esfuerzo en no llevar sus ojos a mis piernas de nuevo, le costaba y acabó llevándose una mano a la cara para taparse, aunque dejó un pequeño hueco entre dedo y dedo por el que se podía asomar.

Sonreí y volví al interior de la casa, saqué una camisa de manga larga del armario y otros pantalones más largos  que me cubrieran mis piernas, aunque posiblemente no pudiera ver como Hank luchaba contra sus impulsos de mirarme como me miró en la entrada, también tenía que se práctico y cuando te subes a una moto más vale que vayas con el traje o con ropa larga que te cubra por si ocurre un accidente.

Me cambié en el cuarto de baño, parándome frente al espejo y fijándome en como tenía todo el pelo recuelto. ¿Había salido a la calle así? Y peor aún ¿Hank me había visto así?. Mi cara se puso totalmente roja y metí toda la cabeza en la bañera abriendo el grifo de la ducha y mojándome el pelo, lo sequé con el secador y salí ya listo de la casa.

Hank seguía enfrente de la puerta en la misma posición de antes, pero ahora acariciando al perro que había salido de casa a saludar a su amo.

—Estoy listo Teniente—. Hank no pareció haber notado mi presencia hasta que me pronuncié.

—No tienes porque llamarme Teniente fuera de la comisaría Connor—. Me lanzó el casco y me lo puse sin dificultad.

—Me gusta llamarle así—. La nariz de Hank se volvió a tornar rojiza y dejó de acariciar al perro. Yo me encargué de meterlo dentro de casa y cerrar con llave. Me puse el casco y me senté detrás de Hank.

One-Shots ( Hank x Connor )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora