Capítulo 11

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Magnus suspiro llevándose las manos a su más que abultado vientre. Literalmente llevaba de embarazo cuatro meses y ya no podía más. Estaba cansado, sensible y con un dolor atroz en las piernas. Había mandado a Alec a por una crema y chocolates. La crema para intentar menguar el dolor de las piernas y el chocolate porque se lo merecía.

Tener a dos criaturas era una sensación indescriptible. Cuando lo pensaba se le venía a la cabeza la imagen del alien saliendo del estomago de aquel tipo. Y luego la borra inmediatamente para evitar traumas. Los sentía moverse dentro, y uno de ellos (sospechaba que era el cazador de sombras) no dejaba de darle patadas cuando se tumbaba. Se sentó sujetando su barriga.

-Calma, calma.-Les dijo cuando comenzaron a removerse. -Shhhh... Estoy aquí.-Notó como uno de los dos dejaba de moverse y se tumbaba, el otro seguía dando vueltas.- Cariño, tranquilo, estas a salvo.- El pequeño revolucionario se calmo, y al igual que su hermano se quedo quieto.

Magnus suspiró. No se movió cuando escucho la puerta abrirse y los pasos de Alec acercarse.

-¿Estás bien?-Preguntó él. Saco la crema de la bolsa, la abrió y la esparció por las piernas de Magnus comenzando a masajearlas.

Magnus le sonrió. Sentía las grandes manos de su novio masajeando sus adoloridas piernas. Sus músculos estaban tensos, y sentir la fresca crema y los hábiles dedos de Alexander sobre su piel era maravilloso y hasta un poco excitante.

-Sí, estoy bien. Son unos revoltosos.-Toco su vientre.- Y aun no han nacido, la que nos espera.

Alec apoyó una mano en su vientre con la mirada perdida dentro de su mente. Magnus creyó saber lo que pasaba. Un futuro como padre. Cargando a sus hijos, criándolos, llevándolos al Instituto para su adiestramiento. Viéndoles reír y llorar. Observando des de la distancia como crecían. Verlos enamorarse por primera vez. Verlos sufrir por amor. Eran sus hijos, y ninguno de los dos creía esto posible.

Pero también desconfiaban de la Clave, de Asmodeo, de sus enemigos. La Clave había cambiado, pero esto era muy superior a todo lo demás. Los hijos nacidos de una relación entre brujo y nephelim, todo gracias a una poción. Era demasiado raro y complicado para creer que fuese un accidente. Y era cierto, había sido un accidente, el mejor accidente de sus vidas.

Magnus sabía que Alexander lucharía por ellos. Por sus hijos y por él. Con uñas y dientes, hasta derramar la última gota de sangre. Sin descanso. Sin piedad. Sin remordientos. La Clave había visto lo que el mayor de los Lightwood era capaz de hacer si le arrebatan lo que por ley era suyo. El submundo lo había visto también.

Alec era cruel con tal de proteger.

-¿Crees que deberíamos decírselo a nuestra familia?

Nuestra familia. Eso era nuevo. Alec nunca se había referido a su familia, como algo que también era de Magnus.

-Quizás primero a tus hermanos.

-Ya...-Alec se rasco la nuca pensativo.

-¿Qué ocurre?

-Mi madre sospecha algo.-Magnus lo miro con los ojos abiertos como platos.- Bueno, no sospecha nada de esto. Sabe que algo raro me pasa y me ha llamado para decirme que viene hacia aquí y quiere saber que esta pasando.

El brujo se mordió el labio inferior con nerviosismo.

-¿Y el chocolate?

Alec se lo dio sin saber a ciencia cierta si Magnus le había prestado atención.

I'm a Girl (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora