Capítulo 10

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Después de la noticia, Magnus y Alec habían decidido no contárselo a nadie hasta que no se notase un poco. El abdomen de Magnus continuaba plano, sin ningún signo de embarazo, pues apenas llevaba unos días de gestación, aunque al parecer el embrión crecía rápido.

-Quizás tarde menos meses que un bebé normal.-Dijo Magnus.-Después de todo esto no es normal.

Alec asintió con la cabeza, para luego mirarla como si se hubiese dado cuenta de algo importantísimo que había pasado por alto.

-¿Tienes antojos? ¿Te duelen los tobillos? ¿Tienes ganas de vomitar?

Magnus rió.

-Estoy bien.

-¿Segura? ¿Quieres un masaje en los pies?

La bruja se sentó en el sofá alzando la pierna derecha y moviendo el pie descalzo delante de la cara de Alexander.

-Eso sí. ¡Ah! Y baja y compra helado.

-¿De chocolate y menta?

Magnus sonrió antes de besarlo.

-Que bien me conoces.

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Los días habían pasado tranquilos. Habían vaciado una habitación de todos los muebles; la cama doble, el armario y los sillones y objetos de decoración para dejarlo libre para el bebé. Habían ido juntos a hablar con Catarina. La bruja les había felicitado y les había dado munchos consejos a Magnus: que no hiciera fuerza, que descansara la espalda, que cumpliera sus antojos, y que si tenían sexo nada de misionero, cosa que provocó un fuerte sonrojo por parte de Alexander. Después de una semana tranquila sin muchas salidas, el vientre de Magnus ya comenzaba a abultarse, cosa que les preocupo pues aun era muy pronto para que el cuerpo de la bruja cambiara. Fueron a ver a Catarina rápidamente y ella les dijo que no se alterasen, que al ser un híbrido su crecimiento sería más rápido y que tardaría la mitad de tiempo en nacer.

Magnus se había tapado la tripa que ya aparentaba estar en el tercer mes de gestación y su vientre se veía abultado y sus pechos más grandes. Alexander estaba atento a ella, preocupado por todo. Preguntándole a cada rato cómo estaba, si algo le dolía, si tenía algún antojo.

-¿Chocolate? ¿Fresas? ¿Hamburguesas? ¿Chirivías? Que no se qué son, pero creo que se comen, ¿se comen? O me lo estoy inventando, que también podría ser.

Magnus rió. Alec se preguntó si estaba más hermosa des de que se había quedado embarazado o era cosa suya.

Antes de conocer a Magnus, Alec creía que acabaría casado con una cazadora de sombras que le daría un hijo y que después lo abandonaría al darse cuenta de lo que era su marido, pero des de que comenzó con Magnus, no solo había descubierto lo feliz que se podía ser con otra persona, si no, que también jamás tendría hijos propios o al menos de los dos. Esto parecía un regalo.

¿Cómo sería?

¿Sería un niño o una niña? ¿Sería tan tranquilo como él o por el contrario estaría lleno de curiosidad y energía como Magnus? ¿Tendría los ojos azules? ¿Sería un cazador de sombras como él o un brujo como su ahora novia? Alec esperaba que fuera un brujo, de esa manera Magnus solo cargaría con su muerte y no con la de su hijo. Magnus nunca volvería a estar solo si su hijo era inmortal y Alec rezaba para que a si fuera.

-¿Sabes?-Comenzó Magnus acariciando su redondo vientre, y mirando la habitación vacía destinada para el bebe.- Me gustaría pintarla de rosa.

-Me gusta el rosa.-Dijo Alec abrazándola por la espalda y tocando su barriguita.-¿Por qué no vamos a que te vea Cat? Aun no lo hemos visto.

Magnus suspiró, abrazando más su barriga, bajo la cabeza, ocultándose tras su negra melena. Alec frunció el ceño extrañado.

-¿Magnus?

-¿Y si es un brujo?

-¿Qué hay de malo en eso? Tú eres un brujo.

-Sí.-Se giró y lo encaró, los ojos brillantes y ardiendo en lágrimas.- Soy un brujo, que ha visto arder ciudades, que ha oído los gritos de sus habitantes. Que ha mirado a los ojos a la guerra y ha apartado horrorizado la mirada. Que ha visto convertirse en polvo y ceniza todo lo que ama.-Suspiró y dejo caer una solitaria lágrima.-Si es un brujo será inmortal. Sé que durante muchísimo tiempo he considerado la inmortalidad como un regalo, pero desde que estas aquí, compartiendo tu vida conmigo, siento que hasta la eternidad se me haría corta viviéndola a tu lado. Siento que después de ti ya no existirá un mundo para mí, y no quiero que viva eso.

Magnus se cubrió la cara con las manos, quería desahogarse, decirle a Alec su temor y que él le consolara. El cazador la abrazó acariciando su pelo en el proceso.

-Después de mí habrá un mundo aun mejor Magnus. Uno maravilloso y brillante.-La miró a los ojos.- Uno eterno, precioso, que te llamará "papa", que te necesitara y que te adorara. Aunque yo un día falte, jamás me alejare de ti. El diablo no puede venir a por mi alma porque es tuya, y Dios no tiene nada más hermoso que ofrecerme que a ti.

-Oh Alec.-Suspiró Magnus besando sus labios.

Alec correspondió, fundiéndose en un abrazo que duró lo que el tiempo soñó durar.

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-¿Aun no se lo habéis dicho a la familia?-Preguntó Cat esparciendo ese viscosos liquido sobre el vientre de Magnus.

-No.-Dijeron al unísono.

-Lo haremos hoy, con la foto de ella.

-O él.-Aportó Magnus.

-¿Quieres una niña Alec?

-Quiero que este sano, no importa que sea, ni ahora ni nunca.

Magnus sonrió y miró la pantalla. Un conjunto de sobras y manchones se dejo ver hasta que una figura apareció.

-¡Míralo! –Exclamó Cat.-Aquí está la cabeza. Los bracitos, y esto de aquí son los pies. Y la otra cabeza cornuda.

-...-Magnus la miró.

-Oh...

-Son dos.-Dijo Alec.

Magnus y Cat lo miraron dándose cuenta de algo que ninguna había visto hasta ahora. Era la primera vez que Magnus tenía esa vista de Alec. Estaba llorando. Llorando de verdad. Gruesas lágrimas surcaban sus mejillas rojas, su labio inferior temblaba presionado contra sus dientes. Lanzó una carcajada, sonriendo con el rostro perlado de lágrimas.

-¡Son dos Magnus!-Exclamó abrazándola.-Gracias.

Magnus sonrió y abrazó a Alec escondiéndose en su hombro.

-Gracias a ti. Tú me has dado una familia Alexander.

Catarina los miró y sonrió.

-Uno es un brujo fijo.-Acaricio la curvada espalda de Alec.-Felicidades.

I'm a Girl (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora