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Mentiría si dijera que no estaba nerviosa, por que lo estaba y se me estaba haciendo un... tantito difícil ocultarlo. Trataba de darme ánimos recordándome de que era mi primer día de clases y que era completamente normal sentirme así, pero cada vez se me hacía más difícil convencerme a mí misma de eso.

Veía a chicos del segundo año de medicina conversando animadamente, como si en verdad no fuese su  primer día, haciendome sentir... tan ajena a ellos.

En América no tenía muchos amigos.

Cuando todavía asistía al instituto, mi única amiga siempre fue Jessie. Estábamos juntas siempre y formó parte de casi todos mis recuerdos en la adolescencia. Pero como no todo es para siempre, al entrar a la universidad, las cosas se complicaron entre nosotras y nos fuimos distanciando poco a poco. Tratabamos de mantenernos en contacto, pero prácticamente nos era imposible. Puesto a que yo iba a la facultad de medicina y ella a la de abogacía y cada una quedaba del otro lado de la ciudad, polos opuestos. Mi tiempo era muy reducido al igual que el de ella. Era obvio que nuestra amistad iba a desgastarse.

Aún así, pese a la distancia, de vez en cuando nos enviamos e-mail para actualizarnos nuestras vidas -y eso pasaba una vez cada cinco meses-.

Y se preguntarán: ¿cómo es que sobreviví todo un año en la universidad sin amigos?

Sencillo. El setenta por ciento de esa facultad, estaba compuesto por jóvenes ricachones consentidos de papis que no se tomaban muy enserio el estudiar, aprobaban sus asignaturas sobornado a los profesores con dinero y vivían la vida loca. Y el treinta por ciento restante, eran nerds -que también eran ricachones- en los que a pesar de ser estudiosos y dedicados, de igual modo, no encajaba. Y no me interesaba tener la amistad de ese tipo de personas ni encajar en esos tipos de entornos, porque lo cierto era de que yo estaba ahí para estudiar y ser alguien en la vida, no para hacer hacer amigos.

Entonces opté por sacar mi lado antisocial y conectar mis audífonos al celular, busqué una canción cualquiera para poder pasar los últimos minutos que me quedaban tranquila. Estaba apoyada en una esquina de aquél hall que había en la entrada del edificio de medicina, esperando a que sonara la dichosa campana que indicaría el inicio de un nuevo año lectivo para todos.

Y dicho y hecho así fue, al cabo de unas cuantas canciones reproducidas sonó el timbre y todo el mundo comenzó a dispersarse a sus respectivos salones. El día que me inscribí y entre los horarios que me había entregado el director, estaba anotado el curso que me tocaba.

Como aún no conocía muy bien el edificio, le pedí ayuda a un chico, le pedí que me explicara dónde quedaba el aula 2-A y le pregunté qué mierda significaba 'NOs'.

Para que entendiera mejor le tendí mi horario señalándole con mi índice la parte superior de la hoja, donde se encontraba el nombre del curso.

— "NorOeste..." — hizo comillas con sus dedos. — salón 2-A lado Noroeste — fruncí mi ceño al no entender nada. —, el edificio tiene una cantidad sorprendente de aulas y es por eso que las enumeran y las ubican con secciones Este y Oeste que a su vez pueden ser Sur o Norte. ¿Entiendes?

Asentí, no muy convencida.

— Voy a acompañarte, sólo porque tu salón queda de pasada al mío. — dijo amable y le sonreí. — Oh... Soy Kim SeokJin. Cuarto año — sonrió. —. Pero puedes llamarme Jin.

— Min SookHye... Segundo año. — dije acompañado de una reverencia. — llámame como gustes. — Acomodé mi mochila y emprendimos camino a las aulas. — será mejor que nos apresuramos...

Ya casi no habían estudiantes por los pasillos.

— Tienes razón — aumentamos el paso a un ritmo más acelerado. — A juzgar porque eres de segundo año y no tienes ni idea de dónde estás parada, supongo que eres nueva, ¿No es así?

Fake Boyfriend. || J.JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora